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Reportaje:

Pacientes de primera y de segunda

En Aluche conviven el mejor y el peor centro de salud de Madrid - Las Águilas acaba de recibir un premio; Maqueda, obsoleto y precario, no da más de sí

Elena G. Sevillano

Teófilo López, de 72 años, espera su turno de pie. Son las doce y media de la mañana y el centro de salud de Maqueda, en Aluche, está más o menos como siempre a estas horas: a reventar. Cuesta encontrar una silla libre. Teófilo ni se molesta. Tenía cita a las 12.12. Cuando lleguen las 13.37 seguirá allí, de pie, resignado. Para qué enfadarse, si es lo que hay. Con cuatro palabras resume la situación del ambulatorio: "Esto no estira más". Y lanza una mirada al tendido, como diciendo: sólo hay que verlo.

Lo que se ve, un día laborable cualquiera, es un centro con muchos pacientes y pocos metros cuadrados, mal equipado, mal ventilado, obsoleto, saturado. Sorprende, para empezar, su ubicación, en los bajos de un edificio de viviendas, sin espacio suficiente para que pueda aparcar una ambulancia o un camión de bomberos a la puerta. No hay salas de espera. Sólo hileras de sillas a lado y lado de los pasillos. Y se quedan cortas. El viernes pasado, a las doce y media, este periódico contó 15 personas esperando de pie. "Como en el metro. Si pasa alguien con muletas, por ejemplo, hay que meter los pies para adentro", abunda Teófilo.

Maqueda tiene asignados a más de 30.000 pacientes. Hace tres décadas, cuando se inauguró, Aluche era la periferia, el Sanchinarro de la época. Los pacientes, recuerda Teófilo, estaban encantados con su ambulatorio nuevo, justo en el centro del barrio. Hoy ya no. Maqueda no da más de sí, y el Gobierno regional lo sabe. Lo considera un centro prioritario entre los 55 que Esperanza Aguirre prometió construir en esta legislatura. Por tener, tiene hasta ubicación, un solar en la vecina calle de Seseña que espera destino hace más de tres años, desde que el Ayuntamiento se lo cedió a la Comunidad.

A escasos dos kilómetros de Maqueda, 30 minutos andando, otro mundo. El centro de salud Las Águilas, construido en 1988, ocupa un edificio independiente de ladrillo visto y tres plantas en las que se suceden amplias salas de consulta y aún más diáfanas salas de espera. Hay una estancia destinada a "educación maternal", espaciosas consultas de enfermería, y hasta "salas polivalentes", que serían la envidia de los profesionales de Maqueda. Atiende a 27.000 pacientes.

Esperanza Aguirre visitó Las Águilas el pasado día 8 y contó a los medios de comunicación que había ganado el premio al mejor centro de salud de España en los premios Best in Class, que concede el semanario Gaceta Médica. Paseó por el ambulatorio, se fotografió con los trabajadores y alabó la sanidad madrileña. Después, ya sin periodistas, su coche oficial recorrió dos kilómetros y se plantó con su séquito -estaba, entre otros, el consejero de Sanidad, Juan José Güemes- en el centro de salud de Maqueda.

Del mejor al peor. Era ya un poco tarde, así que Aguirre se perdió la masificación de la hora punta. Probablemente no vio el atasco que se forma en el pasillo de pediatría cuando se juntan dos o tres carritos de bebé. Ni a los jubilados, bastón en mano, esperando su turno de pie. Pero sí pudo comprobar todo lo demás. Probablemente le enseñaron las consultas de medicina que no tienen más ventilación que un ventanuco que no da al exterior, sino al pasillo. Quizá entró, por mera curiosidad, a la sala de enfermería que hay frente a la recepción, donde los pacientes se tienen que sentar de lado porque las rodillas tocan con la minimesa de la enfermera. Y tampoco muy de lado, porque entonces lo que no se puede es cerrar la puerta. No hay camilla en la que tumbarse: no cabe. El habitáculo debe andar por los dos por dos metros, siendo generosos. Y tampoco está ventilado.

A lo mejor Aguirre pidió comprobar el estado de la salida de emergencia. La puerta da a un cuartucho, en el que suele guardarse una silla de ruedas, que, a su vez, da a otra puerta que desemboca en el patio de la comunidad de vecinos. Para salir a la calle, hay dos opciones. A la derecha, una verja cerrada con candado. A la izquierda, una puerta que, ésta sí, abre desde dentro. Y si la presidenta hubiera tenido que ir al baño, probablemente le hubiera tocado esperar. Porque sólo hay dos: uno para señoras y otro para señores. Ninguno adaptado para discapacitados.

Según relatan los trabajadores que coincidieron con Aguirre, la presidenta habló y besó a varios pacientes y se fue de Maqueda diciendo que tenían razón, que aquello no podía seguir así. "Ya tenemos el proyecto del centro y esperamos que se licite este año", afirma una portavoz de la Consejería de Sanidad. En realidad, hace bastante tiempo que ese proyecto está en algún despacho de la consejería. El Boletín Oficial dice que se adjudicó el 28 de noviembre de 2007, por 250.000 euros.

La asociación de vecinos de Aluche denuncia hace años la "indigna" situación del centro de salud de Maqueda. Incluso encargó un informe a un experto, que encontró numerosas vulneraciones de la normativa sanitaria regional. Entre ellas, puertas de menos de 80 centímetros, lo que impide entrar en consulta en silla de ruedas; pasillos "impracticables" de tan estrechos; salida de emergencia de menos de un metro de ancho, como manda la ley; menos de los cinco metros necesarios frente al acceso para que puedan acceder los bomberos, etcétera. La asociación ha convocado una manifestación el 6 de febrero. "Creemos que Sanidad no va a cumplir su compromiso. En los presupuestos para 2010 no hay una partida para construir el centro", se lamenta el presidente, Antonio Aubeitah.

Mientras, los trabajadores hacen lo que pueden. Como pedir que dividan en dos una consulta -la segunda se llama ahora "8 bis"- para poder atender a más gente. O cambiar de sitio a los pediatras para que los niños no se mezclaran tanto con los adultos. La pregunta sobre el cumplimiento del plan de la gripe A (salas separadas y bien ventiladas) les parece casi de cachondeo. "Aquí los pacientes se hacinan. No hemos podido hacer nada de lo que recomendaron", se lamenta un médico. Sobre su trabajo no hay quejas. "Esto es pequeñísimo, un agobio, pero los profesionales son muy buenos. Aunque abran centros nuevos no nos queremos cambiar", dice Sara Fernández, aluchense de 34 años que espera con su hija recién nacida. Más de un usuario se les ha quejado. Que por qué ellos son pacientes de segunda, preguntan. "Nos dicen que han visto otros centros y se quejan de que están discriminados", afirma una médica. "Y tienen razón".

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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