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ELECCIONES EN UCRANIA

Ucrania se enfrenta a duros ajustes para atajar la crisis

El próximo presidente tendrá que combatir el elevado déficit público

Pilar Bonet

El nuevo presidente (o presidenta) de Ucrania tendrá que tomar "decisiones radicales" y recortar gastos, entre ellos las subvenciones a los precios del gas en el mercado interno y las prestaciones sociales. Así lo afirma el respetado economista Víctor Pinzenik, que fue ministro de Finanzas en el Gabinete de Yulia Timoshenko. Para el especialista, uno de los artífices del sistema financiero ucraniano, ha llegado la "hora de la resaca" y el país, de no mediar un drástico ajuste, afrontará una nueva crisis económica en cuestión de meses tras las elecciones de mañana.

"Los políticos pintan una realidad ilusoria, pero los problemas son profundos", señala. En 2009 el déficit presupuestario de Ucrania fue de 101.000 millones de grivnias (casi 8.500 millones de euros) y superó el 11% del PIB, lo que "está por encima de todos los déficits acumulados desde 1992". El PIB, a su vez, se contrajo más de un 15% el año pasado. Con la primera ministra y los líderes políticos en campaña, Ucrania ha incumplido las condiciones pactadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para un crédito de 16.400 millones de dólares (11.500 millones de euros). Su último tramo, de 3.800 millones de dólares, se ha retrasado hasta después de los comicios porque el Parlamento aprobó una ley de gastos sociales que, de aplicarse, desequilibraría aún más el presupuesto.

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Hasta que el FMI reanude sus desembolsos, el Gobierno necesita con urgencia dinero para atender a sus obligaciones, desde salarios y pensiones a las facturas del gas ruso. Ucrania, un país de 46 millones de habitantes, se gasta el 19% del PIB en pensiones.

La deuda estatal (interna y externa) de Ucrania era de 282.000 millones de grivnias (25.000 millones de euros) en octubre de 2009, más de tres veces la de enero de 2008. Calcula Pinzenik que, de no tomarse medidas, la falta de liquidez se dejará sentir en el segundo trimestre de 2010. "Los problemas se han agravado por decisiones incorrectas, como subir los sueldos en un 30% o un 35% anual. El populismo ha comenzado a dominar la política y eso afecta a todos", dice.

Gas subvencionado

Tras las pensiones, la energía es el segundo capítulo en el déficit presupuestario. Ucrania compra gas a Rusia a precios de mercado y ya no tiene el descuento de 2009, cuando pagó 259 dólares (180 euros) de media por 1.000 metros cúbicos. En el mercado interno, el precio del gas está subvencionado para la industria estatal y para el ciudadano.

Naftogaz Ukraina, la compañía estatal de hidrocarburos, instrumento de la política de subvenciones, tiene un déficit equivalente al 2,7% del PIB nacional y se ahoga para pagar la factura mensual del gas ruso. Esta entidad exige liberalizar los precios del gas en el mercado interno, pero "el país no quiere oír hablar de ello", afirma Pinzenik.

El aumento del papel del carbón en el balance energético, uno de los puntos defendidos por Yanukóvich, debe traducirse, según Pinzenik, en más privatizaciones. Actualmente, el Estado gasta el equivalente al 0,6% del PIB o 6000 millones de grivnias, en apoyar la precaria subsistencia de las minas estatales. El camino para rebajar la dependencia de Rusia, dice, es una reforma energética que propicie medidas de ahorro y desarrollo de los propios recursos.

Según Pinzenik, Ucrania sufrió más por la política de sus dirigentes que por la crisis mundial que golpeó al sector metalúrgico, el primer exportador de Ucrania. Con las subidas de precios del acero, la metalurgia se recupera hoy, sin que el Estado fuera capaz de ayudarla con obras de infraectructura que crearan una demanda interna.

"El populismo debe ser destruido,pero vamos a tener que pagar por él", señala Pinzenik. "El FMI hizo un mal servicio al país al dar narcótico a un narcómano y no exigirle que se cure", señala refiriéndose a las concesiones hechas por el Fondo para que Kiev dispusiera de sus reservas para gastos urgentes. "Ya no hay con qué pagar los sueldos y las pensiones",señala, y añade además que el gobierno incumple sus compromisos con las administraciones locales y retrasa la devolución del IVA a los exportadores.

A Pinzenik le preocupa una eventual emisión inflaccionista de la grivnia. "El crecimiento económico es secundario. El problema es perder la estabilidad", dice. La devaluación de la grivnia (cerca de un 45% frente al dólar en un año) ha reducido el deficit del comercio exterior, pero ha golpeado a quienes tomaron créditos en divisas, incluidos los muchos que se lanzaron a comprar coches seducidos por los créditos especiales al efecto.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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