El mapa 'okupa' de Madrid
La región cuenta con una quincena de centros sociales alternativos con estilos muy diferentes
"Es más fácil ser pija que okupar porque te agota física y emocionalmente. Ya no estoy implicada en el movimiento, pero lo sigo, lo apoyo y lo admiro". Así define Belén Jiménez, de 26 años, su experiencia de más de siete años en movimientos sociales en Madrid donde, tras el cierre del Patio Maravillas, permanecen activos unos 15 centros sociales okupados, además de multitud de casas tomadas para vivir en ellas. Se trata de un movimiento sociopolítico y cultural que, a pesar de parecer cohesionado, es muy heterogéneo.
El Patio Maravillas, icono de la okupación en la ciudad, surgió en junio de 2007 de la iniciativa de un grupo de gente del distrito de centro. "Nos dimos cuenta de la necesidad de espacios abiertos a colectivos que politizaran la ciudad", explica Elena, una de las que abrió el local y que pide silenciar su apellido. Aunque la propuesta no era pionera (las okupaciones de los inmuebles de la calle del Amparo, 83 o de la imprenta Vinuesa fueron dos referentes en los años ochenta), el Patio Maravillas marcó un ejemplo con sus actividades y su carácter social. Lo que comenzó siendo sede de cinco colectivos aglutinaba, hasta ayer, a una treintena de agrupaciones. Su huella se percibe en centros como el del Colectivo Dragón, un caserón en el cementerio de la Almudena. "Es una okupa con muchos universitarios y con gente muy implicada en el barrio", explica Félix de Dios, de 52 años, vocal y ex presidente de la Asociación de Vecinos Nueva Elipa. Esa faceta vecinal también la desarrollan okupas como Eskuela Taller, en Alcorcón, El Barrio (en Leganés y con mayor implicación política), o La Kasika. Este último (situado en Móstoles, con 12 años de existencia y el decano de Madrid) está muy cercano a Ecologistas en Acción y al barrio, aunque también es un espacio de conciertos donde se reúnen tribus urbanas como raperos o punkies.
La Enredadera y La Traba son algunos de los más reivindicativos
El estilo reivindicativo con aire anarco tiene como punto de encuentro el centro de La Enredadera (Tetuán) o La Traba (en Legazpi), una nave industrial donde se organizan grandes conciertos con grupos como Sociedad Alcohólica y Boicot, además de centro neurálgico de las protestas por el asesinato de Carlos Palomino a manos de un soldado de ideología nazi en el metro de Legazpi. Con un emblema: "Desobediencia, resistencia y combate", se presenta La Mácula (en Embajadores), abierta hace un par de semanas. El espacio recoge el legado de los desalojados La Escoba, La Alarma y Malaya. "Llevan un rollo en plan Lavapiés muy politizado", explica Sergio Barrios, asiduo a estos locales.
Aunque pueda haber puntos en común, cada okupa representa las inquietudes de la asamblea que la coordina, de los colectivos que se reúnen en ella y de la gente que acude. Desde el estilo hippie-rural de La Fabrika (en Collado Villalba) hasta el rollo más urbanita del clausurado Patio.
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