"La escalera da miedo; las puertas blindadas nos salvaron del fuego"
Los vecinos relatan el incendio en el que murieron cuatro personas en Barcelona
"La escalera da miedo. Alcanzó los 700 grados de temperatura, dijeron los bomberos. Las paredes, negras. El pasamanos de la barandilla y las cajas de luz están fundidos. El ascensor, inservible. Y las puertas, chamuscadas. Nos salvó el blindaje y aun así, los pisos están muy afectados por el humo". Con la serenidad que da el paso de las horas, Fabià Quintana relataba ayer la dramática madrugada del jueves que vivieron los 40 vecinos del número 408-412 de la calle de Castillejos, en el barrio del Guinardó de Barcelona, donde un incendio declarado en el entresuelo primera acabó con la vida de cuatro miembros de una misma familia de origen peruano: la madre (Carolina U. C., de 57 años), la hija (Nataly E. U., de 27) y el hijo (Jonathan E. U., de 29) y la novia de éste (Mercedes R. A., de 20 años), española.
Los afectados acuden a sus pisos para recoger ropa y regalos de Reyes
El padre sobrevivió y después de unas horas ingresado por inhalación de humo se encuentra descansando, en estado de shock y asistido por psicólogos, en casa de unos familiares. A la espera del resultado de las autopsias, el Ayuntamiento ha contactado con el cónsul peruano por si la familia quisiera repatriar los cadáveres.
Las cuatro víctimas murieron al inhalar gases tóxicos cuando intentaron escapar escalera abajo, desde el cuarto piso, donde vivían. Los bomberos encontraron los cuerpos en distintos rellanos y aseguraron que estarían vivos de haberse quedado en casa. Al padre le salvaron los vecinos del quinto: le empujaron al interior de su vivienda cuando llamó a la puerta alertando del fuego. "También se ha salvado el canario de la familia, pobrecito", atestiguaba ayer Mónica Cervellón, del tercero. Una prueba más de que el miedo y el intento de escapar traicionaron fatalmente a las víctimas. "Eran encantadores, todos trabajaban", apuntó.
Cervellón relató como el resto de los vecinos obedeció a los bomberos y permaneció asomado a las ventanas de la calle esperando y respirando aire limpio: "A los más mayores les sacaron por la fachada con la escalera móvil y al resto nos bajaron después de cuatro horas, cuando la escalera ya estaba limpia de humo. Pero en todo momento estuvieron superatentos, preguntando piso por piso si estábamos bien". A ella le despertó el ruido. Fue al baño y al darse cuenta de la humareda empapó trapos con agua de la nevera -"la del grifo quemaba, casi no se podía ni coger", precisa- y los puso junto a la puerta. E incluso con la puerta sellada todo su piso huele a humo. "Todo, todo: desde la ropa hasta los muebles", lamenta instalada provisionalmente en casa de sus padres. "Pero estamos bien, es lo importante".Los bomberos y la policía científica no han aclarado todavía las causas del incendio, aunque las hipótesis que cobran más fuerza son un cortocircuito o la mala combustión de una estufa. De hecho, varios vecinos destacan que el piso incendiado no hizo el cambio de gas butano a gas natural, hace más de 10 años, cuando se actualizó la instalación en toda la finca, de siete plantas y con un solo propietario que alquila todos los pisos.
"Conchi [la inquilina del entresuelo primera, donde se declaró el fuego] está muy afectada. Estaba durmiendo y no sabe cómo ocurrió, pero nos ha contado que no le ha quedado nada salvo la habitación de la hija mayor, que no estaba en casa", explican. Mónica Cervellón añade que esa noche Conchi se quedó dormida en el sofá y que de haberse acostado en su habitación no lo habría contado.
Tanto la escalera como uno de los patios de luces actuaron como chimeneas de la humareda y la mayoría de los pisos están bastante afectados por el humo. Con todo, el edificio no ha sufrido daños estructurales. Habrá, eso sí, que rehacer por completo la instalación de luz y gas y cambiar el ascensor, lo que comportará no menos de tres semanas. Seis meses en el caso del elevador. Ayer, la concejal de Seguridad del Ayuntamiento de Barcelona, Assumpta Escarp, aventuró que los vecinos podrán regresar a casa antes de lo previsto. Inicialmente, el propio Consistorio habló de tres semanas o un mes. Pero los vecinos no lo ven tan claro y aseguran que los técnicos de la propiedad e incluso los bomberos que les han asistido mantienen que hay trabajo para mucho más tiempo. "Dependerá de que se pongan de acuerdo la propiedad y el seguro y que las reparaciones comiencen en un plazo razonable", añadió el alcalde accidental, Ricard Gomà.
Desde el jueves los vecinos están citados a mediodía para entrar en sus pisos acompañados de bomberos para recoger enseres. Se llevan básicamente ropa, documentación y regalos de Reyes. En la finca hay 49 personas empadronadas. Ayer acudieron 37 a la cita: 10 están realojadas en un hotel y el resto en casa de amigos y familiares. Sólo queda una persona ingresada, la vecina que abrió la puerta al padre de la familia fallecida. Es una mujer de 71 años que ya tenía problemas respiratorios.
También sufrió una leve intoxicación el bebé de una familia de paquistaníes que lleva dos años ahorrando para viajar, el próximo domingo, a su país para presentar el crío a la familia. Durante el incendio, asustadísimo, su padre temió tanto por su vida que clamaba a los bomberos que le dejaran lanzarles a la criatura envuelta en ropa. Le tranquilizaron para que no lo hiciera.
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