Últimos avisos para el tripartito
Si en el Palau de la Generalitat alguien estuviera pensando en el Govern d'Entesa (y no en su partido, su situación personal, los comentarios de Josep Cuní o las portadas del diario centenario) ahora mismo debería haber activado la situación de alarma roja o DEFCON-2 como mínimo. Es muy posible que el tripartito de izquierdas se esté jugando en estos momentos su futuro político, cuando se avistan no tan sólo las ya conocidas trampas en el camino colocadas por el gobierno amigo o la infatigable oposición, sino un más que real peligro de desintegración interna por deméritos propios.
Empezar el año con el fiasco de las veguerías vendrá a certificar la incapacidad absoluta de este Gobierno de ejercer como tal y, a poco menos de un año para las elecciones, hará que las posibilidades para repetir esta fórmula se evaporen en el mercado de las expectativas electorales. Es un aviso que no se puede ignorar. Es en este tipo de leyes cuasicontituyentes en las que se pone a prueba la capacidad de liderazgo de un Gobierno, su habilidad diplomática, capacidad de diálogo y determinación para tomar decisiones difíciles. Es la prueba del nueve, vaya.
El tripartito y Montilla se la juegan estos días. Necesitan un golpe de timón y de autoridad para demostrar que hay Gobierno
Seguramente, el error es no haber planteado la reforma al inicio de la legislatura, como ha hecho Obama con la sanidad, y, en previsión de un fracaso, haberla pospuesto antes de afrontar una sonora derrota. Pero sea por impericia del consejero Ausàs, sea por su ingenuidad, ahora es demasiado tarde. O caixa o faixa.
Desde el inicio del debate sobre la nueva arquitectura territorial ya se vio que el PSC, el gran partido municipalista catalán, no tenía un interés real en sacar adelante la reforma (¿para qué cambiar lo que ya nos funciona de maravilla si encima podemos perder la Generalitat?), y en cierto modo encomendar a un consejero republicano esta misión era condenarla de antemano. Pero ERC tampoco vio que caminaba sobre un campo minado mientras sólo oteaba la medalla que se iba a colgar como enterradora oficial de las jacobinas provincias. Una miopía muy propia del tripartito. Y ahora todo el mundo a correr para ver cómo arreglamos este desaguisado.
La gran paradoja de este Govern d'Entesa es que ha funcionado mejor cuando ha tenido enfrente un oponente común llamado Gobierno de Zapatero que cuando ha tenido que negociar consigo mismo. Como tal fue capaz de aguantar una negociación sobre la financiación agotadora y a cara de perro durante más de un año para al final salir airoso y triunfante. Pero cuando ha tenido que transaccionar internamente (no era otra cosa lo que había que hacer con las veguerías, con la Ley de Educación o el impuesto de sucesiones) todos los demonios se lo han comido, para deleite de una oposición infatigable en su estrategia de no hacer nada que ya se lo hacen ellos solos.
El fracaso de las veguerías vendrá a poner en duda también que este Gobierno tuviese, de inicio, un programa compartido de prioridades más allá de la saludable alternancia democrática, de ser un Ejecutivo anti-Aznar o anti-CiU. Dejar tantas patatas calientes para el final de la legislatura (recuerden la reforma de la Ley Electoral resucitada al calor del caso Pretoria) podía ser síntoma de que se preparaba un esprint espectacular que permitía soñar con la remontada o fruto de una improvisación previa a la debacle.
El tripartito se la juega estos días. Y también el presidente Montilla, que necesita un golpe de timón y de autoridad para desatascar este asunto y demostrar que hay Gobierno. Lo contrario significará entrar en un lento proceso de desgaste mutuo, en que cada socio irá por su lado, refunfuñando por las esquinas sobre una u otra iniciativa que no se pudo sacar adelante, con los cuchillos volando de un departamento a otro, gobernando ya sólo para los muy suyos, mientras que el presidente irá adquiriendo cada vez más un aspecto de Cristo agonizante hasta que decida dar un golpe encima de la mesa y adelantar las elecciones. Y todo eso sin contar con la sentencia del Estatuto. Últimos avisos para el tripartito.
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