"Aquí las almejas eran grandes como una cartera. ¡Era un maná del cielo!"
Lola Rosales tiene 76 años y empezó con sólo 15 a mariscar en la Ría de Pontevedra. Sus ojos y sus manos han sido testigos de los estragos que la contaminación ha hecho en el mar de Galicia. "Las almejas eran grandísimas, como esta cartera", recuerda, y las chalanas llegaban desbordadas de berberechos. "¡Esto era un maná del cielo!". Décadas después, a las lonjas no llega ni la mitad de capturas. Lola -en la foto- es uno de los muchos testimonios que certifican los cambios que ha sufrido la naturaleza en Galicia por la contaminación, y que afectan a los ríos, a los cultivos, a las migraciones de aves e incluso a las estaciones.
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