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CÁMARA OCULTA
Columna
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Sin techo ni ley

¿Van a ser mejores las teles si el Constitucional las libera de invertir en cine europeo tal como amenaza? ¿Van a ser peores las películas por ello? Se verá. Las teles y las películas a menudo se atienen a fórmulas adocenadas bajo el paraguas de la impunidad. Demasiado a menudo cualquier cosa parece valerles. Pero no siempre fue así. Por ejemplo, este mismo año se han conmemorado las ocho décadas transcurridas desde que Buñuel escandalizara a todo París con el cortometraje Un perro andaluz, provocador e incompresible aun hoy, a pesar de los homenajes recibidos. Y hace tan sólo 47 años que Viridiana, de nuevo Buñuel, provocó en el Festival de Cannes tal revuelo que Franco y el Papa se pusieron de fácil acuerdo para prohibir la película por irreverente. Hace tan sólo 30 años que se retiró del cine la sin par Mae West, gorda y transgresora, causante de que los puritanos de Hollywood inventaran la censura de los años treinta. Por entonces los hermanos Marx se reían de los poderosos y hasta de la misma guerra. Todos los cómicos americanos lo hacían, mientras que en París los surrealistas desafiaban con su cine las leyes de la lógica burguesa. Groucho acabó refugiado en la televisión (entonces considerada menor, qué cosas); la West se despidió del cine parodiándose a sí misma en Sextette; y Buñuel, con películas también menores a lo largo de su carrera, dejó la impronta de su peculiar subversión en todas ellas.

Pobre cine español: vaya añito que está viviendo, sin techo ni ley, como rezaba el título de aquella película francesa. En los tiempos que corren siguen haciendo falta muchos incorrectos.

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