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La eclosión del soberanismo deja en el aire la 'Casa Gran' de Mas

El proyecto de unidad catalanista de CDC no cuaja entre los independentistas

La Casa Gran del catalanismo que Artur Mas lleva dos años impulsando presenta síntomas de fatiga estructural. La fábrica de ideas convergente en la que los nacionalistas pusieron todas sus esperanzas para alcanzar de nuevo el Gobierno de la Generalitat no está logrando, por ahora, sumar sectores tan amplios del catalanismo como se había propuesto en su fundación. Los entornos más soberanistas no sólo no se han acercado a la Casa Gran, sino que llevan camino de fragmentarse más como se ha constatado estos días tras el fiasco de la consulta por la independencia celebrada la semana pasada en 166 municipios. El propio líder de CiU, Artur Mas, ha admitido públicamente su preocupación. "El nacionalismo catalán debe andarse con mucho cuidado porque a base de ir surgiendo grupos distintos se llega al divide y vencerás".

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Más allá de intentar desestabilizar el tripartito con opas sobre el electorado de Esquerra Republicana, Convergència ha intentado durante toda la legislatura emular lo que tantos réditos le dio a Jordi Pujol durante 23 años: convertir CDC en el pal de paller de Cataluña con un mensaje nacionalista poliédrico que se acomodara a todas las situaciones y necesidades. Pero varios factores han complicado la operación. El primero, la crisis, que ha obligado a la federación nacionalista a focalizarse en el ámbito económico y dejar en segundo plano el discurso de la Casa Gran. Pero cuando el partido de Artur Mas ha decidido volver a la carga con este asunto se ha encontrado con el espacio ocupado por múltiples plataformas que insisten en los pactos con el PP de José María Aznar para destacar que la federación nacionalista no es de fiar.

Buena parte de estas plataformas no son competencia directa de CiU, porque o son residuales o se hallan en una órbita claramente de izquierdas, como las Candidaturas de Unidad Popular (CUP). En Convergència Democràtica hay división de opiniones, en cambio, sobre los perjuicios que les puede acarrear la entrada en escena de Reagrupament, la escisión de ERC que impulsa Joan Carretero. Si bien en áreas urbanas éstos no ven competencia alguna en el partido de Carretero, dirigentes de las zonas rurales sí aprecian una competencia directa.

Por eso, Artur Mas y otros dirigentes de CDC como su portavoz parlamentario, Oriol Pujol, han reiterado los últimos días en todo tipo de foros que la Casa Gran del catalanismo tiene vigencia y que debe servir para no perder fuerzas en divisiones. "Sin un partido central fuerte, el catalanismo corre peligro de quedar muy agrietado", alertó Mas esta semana. "Tenemos que galvanizar al conjunto de la sociedad catalana, o como mínimo a una mayoría importante, para llevar a Cataluña hacia la vía de los éxitos", dijo el líder convergente. Pujol, uno de los miembros más destacados de la nueva hornada soberanista de Convergència, también ha incidido en la idea de que división significa debilidad. Con motivo de las trifulcas entre los organizadores de las consultas por la independencia registradas esta semana, Pujol ha lamentado: "la división interna hará fracasar el independentismo".

Pero la Casa Gran del catalanismo de Artur Mas tendrá que superar no pocos obstáculos para volver a situarse en primera línea de la agenda política con vistas a las próximas elecciones autonómicas.La primera resistencia es interna, puesto que Unió Democràtica sigue sin querer sumarse al proyecto. También tendrá que clarificar su discurso con vistas a las futuras oleadas de consultas soberanistas que se celebrarán en Cataluña en febrero y en abril y que, probablemente, culminarán con votaciones en ciudades de calado como Lleida, Girona y, posiblemente, Barcelona.

Ante la división de opiniones en el seno de CiU -algunos dirigentes las han promovido, mientras otros como Josep Antoni Duran Lleida se desmarcaban- el Partit dels Socialistes se ha abonado en hurgar en la herida. Ayer, el viceprimer secretario del PSC, Miquel Iceta, censuró desde su diario en Internet el apoyo que Artur Mas ha dado al proceso de consultas. "El modelo del PSC es profundizar en el autogobierno de Cataluña, es la vía estatutaria y constitucional. No esperamos el momento propicio para romper con España tal como esperan los soberanistas de Artur Mas".

Iceta también citó las disputas internas que afloraron en la organización de la consulta soberanista nada más conocerse los discretos resultados la semana pasada. En opinión de Iceta, las divisiones vividas entre impulsores del proceso como el diputado Uriel Bertran y el jurista Alfons López Tena "no serán las últimas".

Pero no son estas divisiones lo que más preocupa en el PSC en cuanto a las consultas de la semana pasada. La dirección del partido está más preocupada por el sobredimensionamiento que, a su juicio, se está haciendo de las consultas, en especial por parte de los medios públicos de la Generalitat, TV-3 y Catalunya Ràdio (véase artículo de opinión adjunto). Los socialistas catalanes consideran que los medios de la Generalitat, más que informar de un hecho concreto como es la convocatoria de la consulta, en el caso de TV-3 lo que ha hecho ha sido promocionar la misma con una cobertura informativa que consideran "desproporcionada".

No es la primera trifulca que el PSC tiene con TV-3 esta legislatura. El diputado y portavoz parlamentario adjunto Joan Ferran ya protagonizó una sonada polémica al proponer que se arrancara la "costra nacionalista" de la radio y televisión pública para conseguir unos medios "neutrales" y "de bajo perfil partidista". La semana pasada en el Parlament, el mismo Ferran se enfrentó a la directora de TV-3, Mònica Terribas, a la que acusó de "sobredimensionar" las consultas independentistas y de querer "fabricar un país a través de los medios de comunicación".

La periodista rechazó las acusaciones y aseguró que la cadena se limitó a informar de los hechos.

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