Copenhague y el cambio climático

Los líderes mundiales se han vuelto a reunir para intentar avanzar en la lucha contra el cambio climático, la más grave amenaza a la que se enfrenta la humanidad. Organizaciones ecologistas, de cooperación al desarrollo, sindicales y de otros tipos se movilizan en todo el mundo para exigirles un acuerdo justo y ambicioso; decenas de periódicos de todo el planeta publican un editorial conjunto en la misma dirección y todos nos rasgamos las vestiduras ante la perspectiva de un fracaso de la Cumbre de Copenhague, criticando con dureza la actitud egoísta y la cortedad de miras de nuestros políticos.

Sin embargo, del mismo modo que para la mayoría de los Gobiernos del mundo todo lo relacionado con el medio ambiente es secundario, supeditado siempre a los problemas más inmediatos, son pocos los ciudadanos que sitúan entre sus preocupaciones principales la suerte de las próximas generaciones.

Y hasta que esto no cambie, hasta que no haya un buen número de votantes dispuestos a castigar en las urnas a quienes nos gobiernan por no actuar con decisión contra el cambio climático, hasta que no nos convenzamos de que es injusto perseguir nuestro bienestar a costa de nuestros hijos, su futuro seguirá en peligro.