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El fiscal de la ONU pide 40 años para uno de los jefes de los jemeres rojos

Duch, el torturador camboyano, dice sentir un "remordimiento insoportable"

El fiscal de la ONU ha solicitado una condena de 40 años de cárcel para el responsable del mayor centro de torturas del régimen de Pol Pot en Camboya. Duch, cuyo nombre real es Kaing Guek Eav, de 67 años, ha dicho en la última semana del juicio que se celebra en Phnom Penh, que siente un "remordimiento insoportable" por la destrucción en la que participó. Se espera que el tribunal dicte sentencia en marzo.

A Duch se le acusa de crímenes contra la humanidad, esclavitud, tortura, abusos sexuales y otros actos inhumanos durante el periodo en que fue comandante de la prisión S-21, entre 1975 y 1979, cuando los jemeres rojos instauraron un régimen maoísta en Camboya. Más de 1,7 millones de personas perdieron la vida en el que es uno de los capítulos más oscuros de la historia del siglo XX. Al menos 12.273 murieron en S-21.

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Duch ha negado que torturara o matara de forma directa a los prisioneros y ha insistido en que seguía órdenes por miedo a morir, aunque se ha reconocido culpable. Ha dicho que tomó las armas durante la guerra de Vietnam convencido de que era necesario para liberar Camboya del imperialismo de EE UU.

"Me di cuenta de que había acabado al servicio de una organización criminal que destruía de forma vergonzosa a su propio pueblo", ha declarado ante el tribunal quien antes de torturador fue profesor de matemáticas. "Pero ya no podía retirarme".

El abogado de la acusación ha pedido a los cinco magistrados del tribunal que no tengan en cuenta el alegato de Duch, al decir que compartía "las mismas ideas que los jemeres rojos".

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Los testigos que han prestado declaración durante los 72 días de juicio han descrito los métodos de castigo que se empleaban en la cárcel: violaciones, azotes con barras de metal, electrocuciones, privación de alimento y obligación de comer los propios excrementos. En su mayoría fueron forzados a confesar que trabajaban como espías antes de ser torturados hasta morir.

Reconvertido al cristianismo, Duch ha expresado en reiteradas ocasiones su arrepentimiento. Pero ayer, ante una sala de vistas llena con 600 asistentes, pareció llegar un poco más lejos al decir que deseaba disculparse "para siempre" y que buscaría ayuda para ser reconocido de nuevo como "parte de la humanidad". "Me siento responsable ante toda la población de Camboya por las almas de aquellos que perecieron". A diferencia de Duch, los otros cuatro líderes de los jemeres rojos que siguen vivos y que se sentarán próximamente en el banquillo de los acusados no han pedido perdón públicamente.

"Quiero que le condenen al menos a 80 años o a cadena perpetua", dijo Chum Mey, de 79 años, uno de los pocos supervivientes de S-21. La ley camboyana no contempla la pena de muerte.

El jefe de los jemeres rojos Duch, durante la sesión final del juicio, ayer en la capital camboyana.
El jefe de los jemeres rojos Duch, durante la sesión final del juicio, ayer en la capital camboyana.EFE

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