En favor de Venus
Me ha sorprendido el artículo del periodista Jacinto Antón, El poeta y la nalga del filipino, a propósito de la película que he dirigido sobre el poeta Jaime Gil de Biedma, El cónsul de Sodoma, publicado por su periódico el 22 de noviembre. Porque, con desusada antelación -la película se estrena el 8 de enero y no, como informa el periodista, el 27 de noviembre-, a partir de unas proyecciones privadas y fuera del espacio en el que habitualmente se confina al cine en su periódico, el artículo mezcla opinión e información inexacta para dar una visión completamente sesgada de la película. No voy entrar a discutir si el calzoncillo es o no una prenda recurrente en el filme, aunque no haya más de tres planos donde se vea este tipo de ropa interior, ni la alusión a "imágenes de sexo explícito, desde luego no aptas para mojigatos", ya que la película ha sido clasificada como "no recomendada para menores de 13 años". Porque no es importante.
Lo significativo, por estremecedor, es que, 20 años después de la muerte de Jaime Gil de Biedma, la misma losa de prejuicios atávicos que obligaron al poeta a retirar su poemario En favor de Venus o a publicar póstumamente su Retrato del artista en 1956 caiga, empujada ahora por un supuesto derecho de duelo que actúa como un verdadero santo oficio, sobre una película que, bien o mal, sólo pretende transmitir la honda reflexión sobre la identidad, el paso del tiempo y la experiencia amorosa que nos ha legado uno de los mayores poetas españoles de la segunda mitad del siglo XX.
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