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PSE y PNV aprovechan el 'Alakrana' para agudizar su antagonismo

Los socialistas arremeten contra los jeltzales por hacer "política de partido"

La crisis del Alakrana situó ayer las relaciones entre el PSE-EE y PNV en uno de los momentos más calientes desde el cambio en el Gobierno vasco, originando un durísimo cruce de acusaciones. Los socialistas arremetieron contra los jeltzales por primera vez desde que se produjo el secuestro, por considerar que han hecho "política de partido" y no de país, con una clara voluntad "obstruccionista". El PNV, a su vez, prolongó sus acusaciones contra los gobiernos central y vasco por su "ridículo e improvisación" durante los 47 días de cautiverio del pesquero.

El PSE cargó contra el PNV, a través de su portavoz parlamentario, José Antonio Pastor, por haber hecho con el Alakrana "política de partido", no de país y de haber convertido Bermeo "en una base de operaciones para desgastar al Gobierno", Le reprochó además que utilizara a los alcaldes de esta localidad, Ondarroa, Mundaka y Santurce para hacer "una entrada anticipada en la precampaña de las elecciones locales", de 2011. "No hablaron en nombre de sus pueblos, sino como voceros del PNV", acusó.

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El portavoz socialista calificó por dos veces de "miserable" la actitud del partido de Iñigo Urkullu, a quien, afirmó, el lehendakari ha tenido informado "día a día". Pastor pidió responsabilidades al PNV por su comportamiento, que consistió, sostuvo, en "desinformar, mentir y manipular", ocultando "bajo el manto demagógico de un aparente apoyo a los familiares" sus intereses electorales. Para ello, añadió, pasó "por encima incluso de los marineros y sus familias, ya que la escandalera no ayudaba a los secuestrados, sino a los piratas". El Alakrana no ha sido para el PNV un problema a resolver arrimando el hombro, recalcó, sino el aprovechamiento de "un drama" y un pretexto para "enredar y hacer antisocialismo, que es lo suyo". Pastor contrapuso esta actitud con la de las familias, "que sí han sabido estar a la altura y entendido que la liberación de sus allegados era todo menos un juego".

Pastor realizó estas duras declaraciones en una reunión en Vitoria de los integrantes vascos de los grupos parlamentarios en las Cortes, el Europarlamento y la Cámara vasca, para repasar iniciativas que afectan a Euskadi en trámite en todas las cámaras. Txiki Benegas, presidente de los diputados socialistas vascos en el Congreso, resaltó la "carencia de sentido de Estado" y la "inmadurez política" que han revelado, a su juicio, los ataques a ambos gobiernos. Benegas admitió que el Gobierno ha podido cometer errores, pero censuró la carencia de "sentido de Estado" en las críticas.

Por su parte, y en la línea de los agrios enfrentamientos protagonizados por peneuvistas y socialistas en las Juntas Generales vizcaínas el pasado jueves, el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, arropado por el portavoz en el Congreso, Josu Erkoreka, y el alcalde de Mundaka -donde vive uno de los marineros secuestrados-, Unai Rementeria, arremetió ayer de forma rotunda contra la gestión de los gobiernos central y vasco en la crisis del Alakrana, a los que acusó de haber estado "desorganizados". Sin embargo, las críticas más contundentes fueron para el Ejecutivo del lehendakari Patxi López, que, en palabras de Urkullu, se ha convertido en una "delegación" del Gobierno de Zapatero, que carece de "voz y criterio" propios.

El líder peneuvista subrayó que el Gobierno vasco estuvo "desaparecido" durante los 47 días que permanecieron retenidos los tripulantes y recalcó que su partido desconoce si el Ejecutivo de López ha participado en alguna reunión o decisión en relación al secuestro. "Ha seguido el secuestro a 400 kilómetros de distancia", zanjó.

Con la intención de reforzar la imagen de debilidad que quiso proyectar sobre el Gobierno de López, Urkullu se preguntó si lo que el Ejecutivo pretende es escudarse en la liberación del atunero para evitar que su "inacción sea revelada". "Sólo ha actuado para intentar justificar y tapar la mala gestión del Gobierno de Zapatero", manifestó.

Pese a estas duras palabras, el líder peneuvista recalcó que esperarán a las respuestas de la vicepresidenta De la Vega y del lehendakari antes de exigir la "depuración de responsabilidades".

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