_
_
_
_
Los conflictos internos del PP
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El santo Job y el temor a Yahveh

Víctima de una despiadada persecución de Satanás autorizada por Yahveh, el santo Job soportó con infinita paciencia el asesinato de su familia, la muerte de sus rebaños, el agostamiento de sus cosechas, la enfermedad de su cuerpo y las burlas de sus vecinos. Tuvo, sin embargo, un momento de rebeldía frente a Dios: "Te has vuelto cruel conmigo/ tu mano vigorosa en mí se ceba/ Me llevas a caballo con el viento/ me zarandeas con la tempestad". Luego Job se hizo la autocrítica ("Me retracto y me arrepiento/ en el polvo y la ceniza") no tanto por prudencia como por temor a la cólera vengativa y a las intimidatorias bravuconadas de Yahveh ("¿Tienes un brazo tú como el de Dios?/ ¿Truena tu voz como la suya?").

Rajoy consigue que Esperanza Aguirre y Camps cumplan sus instrucciones
Más información
Rajoy amenaza pero la guerra sigue

Ayer vencía el plazo fijado el jueves pasado por Rajoy para reafirmar en el Comité Ejecutivo del PP su autoridad, abandonando la paciencia digna de Job con que había venido soportando hasta entonces agresiones e insolencias. A muchos pareció extraño que una decisión necesitada de un cierto efecto sorpresa -al igual que las devaluaciones monetarias- fuese anunciada con tantos días de adelanto, como si Rajoy quisiera comprometerse en público para no retroceder en la adopción de unas medidas que le daba miedo tomar. En realidad se trataba de dar un tiempo de cortesía a los presidentes regionales de Valencia y Madrid para que cumpliesen sus órdenes: la destitución -dictada por Camps- de Ricardo Costa como secretario general del PP valenciano y la renuncia -por Esperanza Aguirre- al nombramiento de Ignacio González como presidente de Caja Madrid. Así ocurrió el pasado lunes.

Si alguien deseara forzar los paralelismos entre El libro de Job y los padecimientos de Rajoy, el único Yahveh capaz de atemorizar al actual presidente del PP sería José María Aznar, de cuyo dedazo provino su nombramiento como sucesor en 2003. En todos los momentos de crisis del PP -también ahora- se escucha el estridente zumbido de moscardón que suele utilizar el presidente de honor de los populares para recordar el mantra de la victoria -"un partido, un programa, un líder"- que resume su parca sabiduría política. El jactancioso desafío del poderoso Yahveh al humilde Job ("¿Levantas tu voz hasta las nubes?/ ¿La masa de las aguas te obedece?") es traducido en el caso de Rajoy a términos electorales.

Pese a las victorias obtenidas por el PP en las autonómicas de Galicia y las europeas, y aunque el barómetro del CIS le dé más de tres puntos de ventaja sobre el PSOE, algunos críticos de Rajoy utilizan contra el registrador de la propiedad en excedencia la metáfora jurídica del lucro cesante, esto es, las superiores ganancias de votos que deberían haber aportado el elevado desempleo y los errores de diagnóstico, pronóstico y respuesta a la crisis cometidos por el Gobierno.

A raíz de la derrota electoral de 2008, la presidenta madrileña presentó su candidatura frente a Rajoy con el apoyo de los medios de comunicación conservadores más belicosos; el presidente valenciano, por el contrario, muñó la alianza de barones regionales que le reeligieron durante el XVI Congreso celebrado en junio de 2008. Sin embargo, y con el fardo común del caso Correa sobre sus espaldas, las organizaciones de Madrid y Valencia -dos regiones donde los populares tienen mayoría absoluta y controlan la comunidad y buen número de ayuntamientos- se han subido durante las últimas semanas a las barbas de Rajoy por motivos distintos.

El casus belli madrileño ha sido el obstinado empeño de Esperanza Aguirre por imponer como presidente de Caja Madrid a su hombre de confianza en la Comunidad, un candidato inviable frente a otros aspirantes altamente cualificados que se sintieron humillados al verse preteridos por un lego en materia financiera. En su elogio fúnebre al defenestrado Ignacio González, la presidenta madrileña pareció confundir de nuevo los valores cívicos del servicio público con las virtudes privadas del servicio doméstico.

La tentativa de mantener a Ricardo Costa con domicilio temporal en el limbo como secretario general del PP valenciano también colmó la paciencia de Rajoy. Ni el santo Job hubiese aceptado probablemente esa tomadura de pelo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_