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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Amaina la tormenta

El triunfo de Rajoy en Caja Madrid no garantiza que el PP recupere la estabilidad política

La tempestad sobre Caja Madrid empieza a amainar. La presidenta de la Comunidad madrileña, Esperanza Aguirre, y el vicepresidente, Ignacio González, anunciaron ayer su apoyo a Rodrigo Rato como nuevo presidente de la caja madrileña después de dos semanas de sórdido enfrentamiento con la dirección nacional del partido. Por el momento, a expensas de conocer las resoluciones del Comité Ejecutivo del PP de hoy, Mariano Rajoy ha triunfado sobre Esperanza Aguirre. No sólo ha impuesto a su candidato sino que ha conseguido que Aguirre y González pasen por el rito penitencial de escenificar públicamente su apoyo a Rodrigo Rato.

Hay que suponer que la sucia riña por la presidencia de Caja Madrid ha concluido en una solución razonable, pero necesariamente forzada. Rajoy se apunta el tanto, pero eso no garantiza que termine la inestabilidad política de su partido, que es la razón de fondo del penoso espectáculo ofrecido durante las últimas semanas. De hecho, Valencia, tras el remiendo de ayer, con el nombramiento del sucesor de Ricardo Costa, es todavía una incógnita sin despejar. Mariano Rajoy sólo recobrará hoy parte de la autoridad propia del presidente de un partido si impone una solución moderada para el caso del vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo, denunciado por la presidenta regional a raíz de unas declaraciones en EL PAÍS en las que señalaba la poco presentable conducta del PP madrileño en el escándalo del espionaje o los desaires infligidos a Rato.

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Con la designación del ex vicepresidente económico como candidato comienza a perfilarse una solución definitiva para la caja. Tranquiliza los ánimos y es una promesa de racionalidad a corto plazo, pese a las críticas de los que recuerdan su errática conducta al abandonar, con demasiadas prisas y sin explicación convincente, el cargo de director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) antes de que venciera su mandato.

Tiene por delante la tarea de organizar un buen equipo ejecutivo, lo cual requerirá cierta capacidad de interlocución con el PSOE. En ese equipo tendrá especial relevancia decidir quién será su gestor de confianza para manejar el día a día de la institución. Porque después de calmar las turbulencias políticas, lo más necesario para la institución es reforzar la calidad de los activos, reducir la morosidad y aplicar un plan para sostener la cuenta de resultados, como todas las otras cajas.

El triste ejemplo de Caja Madrid recuerda que de la gestión de las cajas de ahorros depende la estabilidad política en sus respectivas comunidades autónomas y del buen sentido de los políticos que las gobiernan. No siempre es posible encontrar una y otro. Sería prudente considerar, sin prisas y, en todo caso, después de que termine la reforma y recapitalización de las cajas, de qué manera se puede independizar y profesionalizar su gestión. Los inversores y depositantes tienen derecho a que la rentabilidad de su dinero esté a salvo de las insensateces políticas.

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