El eterno reposo de los soldados británicos
En la cara norte del monte Urgull de San Sebastián, mirando de frente al mar, el Cementerio de los Ingleses conserva los restos mortales de varios voluntarios de la Legión Auxiliar Británica caídos en suelo guipuzcoano durante la primera guerra carlista, y también de soldados ingleses que murieron en la guerra de la Independencia. Sus lápidas, descuidadas y expuestas a los vientos del Cantábrico, surgen del suelo y ofrecen, a quien quiera aventurarse por la vereda que sube monte arriba, breves recordatorios de ambos episodios con nombres y apellidos ingleses, y en algún caso vasco, porque el mariscal de campo Manuel de Gurrea también yace en este lugar. Para todos aquellos que cayeron sin dejar ni siquiera eso, un nombre, surge de entre la maleza un epitafio bilingüe y lapidario: "A los héroes que sólo Dios conoce".
Este escenario romántico, algo tétrico y cuajado de historia fue inaugurado en 1924 con una ceremonia militar por todo lo alto que reunió nada menos que a dos reinas: María Cristina y Victoria Eugenia. El momento culminante se produjo al destapar la leyenda escrita en el monumento principal del conjunto. "A la memoria de los valientes soldados británicos que dieron la vida por la grandeza de su país y por la independencia y la libertad de España. Inglaterra nos confía sus gloriosos restos, nuestra gratitud velará su eterno reposo".
Junto con las tumbas de los caídos en la primera guerra carlista se colocaron algunas de los caídos veinte años antes en el sitio de San Sebastián y se colocó un monumento alegórico a ese asedio, que hasta entonces estaba situado en el Alderdi Eder. "Esto es un poco irónico, porque durante la Guerra de la Independencia los británicos se portaron muy mal con San Sebastián, saquearon y quemaron la ciudad", señala el escritor y médico donostiarra José Meyer, que dedica su tercera novela, Donostia en llamas, a este episodio histórico.
No es el del monte Urgull el único cementerio británico. La Campa de los Ingleses de Bilbao, donde está el Museo Guggenheim, fue hasta 1909 suelo consagrado para enterrar a los residentes extranjeros de credo protestante, que fundamentalmente eran ingleses. La ampliación del puerto motivó que el cementerio británico de Bilbao fuera trasladado a su actual ubicación, en el término municipal de Loiu. Esta porción de terreno, cerca del aeropuerto, es propiedad de la Corona Británica.
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