Una prueba para la Casa Blanca

Aunque toda atención está puesta en lo que las elecciones del próximo martes digan respecto a la gestión de Barack Obama, ésta puede ser en realidad una jornada de mayor trascendencia para el Partido Republicano.

El presidente se juega algo, no hay duda. Pese a que los portavoces de la Casa Blanca digan lo contrario y a pesar también de que en unos comicios locales influyan siempre factores particulares que no necesariamente afectan a la política nacional, las elecciones para gobernador en Virginia y Nueva Jersey serán una primera medida de esta presidencia.

Obama ganó ampliamente los dos Estados en noviembre de 2008 y, sin embargo, no tiene asegurada ahora la victoria en ninguno de ellos. La derrota de Bill Clinton en ambos lugares en 1993 fue el preludio de la pérdida sufrida por los demócratas en las legislativas del año siguiente.

La derrota de Clinton en ambos Estados en 1993 anticipó la de las legislativas

Esta vez, el candidato demócrata en Virginia, Creigh Deeds, está en las encuestas más de 10 puntos por detrás de su rival republicano, Bob McDonnell, y sólo un milagro puede evitar su fracaso. En beneficio de Obama hay que decir que Deeds sólo contó con él en el momento final de la campaña, cuando los sondeos demostraron que el presidente seguía siendo muy popular en Virginia.

En Nueva Jersey existe en estos momentos un empate técnico entre el actual gobernador demócrata, Jon Corzine, y el candidato republicano, Chris Christie. Aquí, donde Obama ha batallado hasta el día de hoy, la exigencia para el presidente es mayor. Éste ha sido un Estado demócrata durante la mayor parte de las últimas décadas, mientras que Virginia es republicano desde comienzo de los años sesenta.

En ambos se establecerán, no obstante, paralelismos que servirán a los analistas para opinar sobre la salud de esta presidencia.

La oposición, en cambio, tiene una prueba mucho más directa para su futuro en un distrito de Nueva York en el que se elegirá el martes a un miembro de la Cámara de Representantes. Descontentos con el candidato republicano oficial, Dede Scozzafava, una moderada que acepta el aborto y el matrimonio homosexual, los conservadores decidieron presentar un candidato alternativo, Doug Hoffman, que se opone a ambas cosas y representa mejor la pureza ideológica que las bases del partido exigen.

Hoy las fuerzas vivas del conservadurismo, desde la cadena Fox hasta el gobernador de Minnesota, Tim Pawlenty, han manifestado su respaldo a Hoffman, pese al riesgo que esto supone de que los republicanos, divididos, pierdan un escaño que han ganado desde tiempo inmemorial.

El asunto se ha convertido en una auténtica prueba de la fuerza del radicalismo conservador dentro del partido de la oposición. Si Hoffman gana contra el candidato oficial republicano y contra los demócratas, será un revulsivo muy significativo para quienes apuestan por responder a Obama desde el extremismo de la derecha. Si pierde, será una llamada de atención sobre el perjuicio que la división ideológica puede causar a los republicanos. Scozzafava ha alertado, en ese sentido, que "si el Partido Republicano pretende ser una minoría pura y selecta, lo que conseguirá será ser siempre una minoría".