Fuerza bruta sin reformas
La ofensiva militar, por sí sola, no basta para derrotar a la insurgencia

El portavoz del Ejército paquistaní, el general Athar Abbas, y el ministro de Información, Qamar Zamna Kaira, volvieron a comparecer ayer conjuntamente ante la prensa para dar cuenta de los avances militares en la Operación Rah-e Nuat (Camino de Salvación). Pero incluso quienes apoyan esa intervención contra los talibanes en Waziristán del Sur dudan de que sólo con medidas militares pueda vencerse a la insurgencia. "Se necesita un cambio de mentalidad, de la percepción estratégica", asegura a EL PAÍS Ayesha Siddiqa, autora de Military Inc., un libro clave sobre el control del Estado paquistaní por los militares. "Lo más importante es definir adónde queremos ir, qué relaciones queremos tener con Estados Unidos, con India, con Afganistán... En definitiva, decidir qué tipo de país queremos ser". Hasta ahora los paquistaníes han sido un rehén de las ambiciones de sucesivos Gobiernos civiles y militares.
"La islamización de la educación y la sociedad ha abocado progresivamente a Pakistán hacia el extremismo islámico", constata por su parte Marco Mezzera en el informe que ha escrito para el Centro Noruego de Construcción de la Paz. Para este estudioso, "la necesidad más urgente es que se restablezca un Estado legítimo y efectivo, y se dote a los paquistaníes de una democracia sustancial".
En ningún lugar es mayor el abismo entre las instituciones del Estado y la sociedad que en las áreas tribales fronterizas con Afganistán, donde se concentran los talibanes y sus aliados extranjeros. La talibanización y la fuerza militar bruta han destruido su infraestructura.
"El Estado haría mejor en combatir el extremismo religioso extendiendo los derechos constitucionales y expandiendo las oportunidades económicas", señala Samina Ahmed, directora para Asia del Sur del International Crisis Group. En su último análisis, ese centro de estudios para la resolución de conflictos considera "improbable que la operación en Waziristán del Sur vaya a lograr frenar el avance del extremismo religioso, a menos que el Gobierno de Pakistán ponga en marcha reformas políticas en esa parte del país".
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