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Irán defrauda la idea de un pacto nuclear

EE UU admite un retraso de días, pero advierte que no esperará eternamente

Antonio Caño

Irán volvió ayer a defraudar las esperanzas de la comunidad internacional en una solución rápida y pacífica de la crisis nuclear con ese país al negarse a aceptar, en el plazo marcado, la propuesta que le fue presentada esta semana por Estados Unidos y las otras cinco potencias implicadas en la negociación (Reino Unido, Francia, China, Rusia y Alemania). El Gobierno iraní ha pedido más tiempo, hasta la próxima semana, y la Administración estadounidense advirtió que no puede seguir esperando eternamente.

En lugar de responder ayer formalmente al director general del Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA), Mohamed El Baradei, de acuerdo con el límite que él mismo había establecido, Irán ha contestado de momento de forma extraoficial con una confusa contraoferta que en absoluto satisface las aspiraciones de los demás países y que vuelve a sembrar el pesimismo sobre el resultado final de las conversaciones.

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Un portavoz oficial añadió que la respuesta definitiva le será entregada a El Baradei la próxima semana, probablemente en el marco de una nueva ronda de negociaciones en Ginebra. Pero, tanto en Washington como en otras capitales, se interpreta esta actitud de Teherán como un nuevo intento de ganar tiempo que será difícil que conduzca a algo positivo.

La resistencia iraní resulta especialmente grave y embarazosa para el presidente Barack Obama, que había apostado personalmente al diálogo para la solución del litigio con Irán y que, por primera vez, había enviado a un representante a las negociaciones multilaterales con el régimen de Teherán.

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Las autoridades iraníes debían aceptar ayer una propuesta que los participantes en esas negociaciones (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad más Alemania) le presentaron el miércoles en Viena para que Teherán enviara a Rusia y Francia una parte sustancial (alrededor del 70%) de sus reservas de uranio levemente enriquecido para que esos dos países lo convirtiesen en combustible adecuado para ser usado en su programa nuclear civil. De esa forma, se evitaba que Irán desarrollase el proceso que se requiere para el enriquecimiento de uranio y, como consecuencia, para la fabricación de bombas atómicas.

Con ese acuerdo, las principales potencias creían que podían alejar por mucho tiempo el peligro de que Irán disponga de armas nucleares y, a la vez, crear las condiciones para la normalización de relaciones.

En lugar de eso, un locutor de la televisión estatal, citando a una fuente oficial anónima, mencionó una propuesta para comprar en el exterior el combustible que requiere su central nuclear, lo que no sólo impide reducir las reservas con las que Irán cuenta, sino que intenta violar una resolución del Consejo de Seguridad que le prohíbe a Irán ese tipo de transacción.

A la espera de una posición más constructiva de parte de Teherán, los demás países enviaron ayer a El Baradei sus respectivas notas de aprobación del compromiso obtenido en Viena. Curiosamente, Rusia fue el primero en hacerlo, lo que podría dar a entender que ese país se mantiene al lado de Occidente en la política a seguir respecto a Irán.

Se puede decir que la actitud iraní ha decepcionado, pero no ha sorprendido. Cuando el representante iraní en Viena, Ali Asghar Soltanieh, dijo el miércoles que tenía que esperar a recibir la aprobación de Teherán para apoyar el acuerdo, el resto de países ya se temían lo peor: otra maniobra del régimen islámico para burlar la presión internacional.

Ahora, Irán ha parado un poco el reloj, ha establecido un nuevo plazo, esta vez la próxima semana, lo que supone un retraso de más de un mes sobre la fecha que Obama había establecido inicialmente para obtener una respuesta.

La frustración ayer en Estados Unidos era, por tanto, evidente. Pero, al mismo tiempo, nadie quiere aún apagar la débil llama de esperanza aún existente. El portavoz del Departamento de Estado, Ian Kelly, manifestó: "Podemos alargar la negociación unos días, pero no podemos esperar por siempre. Nuestra paciencia no es infinita".

En estos días, Estados Unidos intentará fortalecer la unidad entre los negociadores ante la evidente posibilidad de que haya que recurrir a medidas de fuerza, como la aprobación de un nuevo y más agresivo paquete de sanciones en el Consejo de Seguridad.

Tanto Rusia como China, ambos con importantes intereses estratégicos y comerciales en Irán, se han resistido hasta ahora a esas sanciones. Rusia ha dado en las últimas semanas indicaciones de haber modificado su posición. Las dudas de China podrían resolverse el mes próximo, durante el viaje de Obama a Pekín.

Pero antes habrá que esperar a conocer cuál es la última jugada de Teherán, qué es lo que contestan a El Baradei, que podría ser otra dosis de buenas intenciones sin compromisos precisos.

El presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, durante un desfile militar en Teherán.
El presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, durante un desfile militar en Teherán.REUTERS

Seis años de diplomacia fallida

Durante seis años de negociaciones, Irán ha desoído en numerosas ocasiones las ofertas occidentales para detener o reorientar su programa de enriquecimiento de uranio. Occidente sospecha que Teherán planea construir una bomba mientras que Irán aduce que su plan nuclear, cuya existencia fue revelada en 2002 por un grupo opositor, tiene como fin producir energía eléctrica.

- 1. Conversaciones Irán-UE-3: El Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) confirma en octubre de 2003 que Irán ha escondido su programa de enriquecimiento de uranio durante dos décadas. Irán accede a negociar con Francia, Reino Unido y Alemania (UE-3) un paquete de incentivos económicos a cambio de la suspensión del enriquecimiento. EE UU no se suma a la negociación porque cree que está destinada a fracasar.

- 2. Remisión del 'dossier' nuclear iraní al Consejo de Seguridad: El UE-3 rompe las negociaciones en junio de 2006 y el OIEA eleva la cuestión al Consejo de Seguridad de la ONU para que considere la posibilidad de sanciones, que no excluyen una represalia militar.

- 3. Las ofertas del P5+1: En junio de 2006, EE UU, Rusia y China se unen al UE-3 y hacen una nueva oferta a Irán. El P5+1 -los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad y Alemania- promete no recurrir a las sanciones si Irán detiene el enriquecimiento a cambio de incentivos económicos y cooperación militar.

- 4. Resoluciones y sanciones del Consejo de Seguridad. Entre julio de 2006 y septiembre de 2008, la ONU adopta cinco resoluciones en las que ordena a Teherán que detenga su programa nuclear. Tres de ellas -diciembre de 2006, marzo de 2007 y marzo de 2008- penalizan el comercio de materiales que podrían ser usados en el plan nuclear iraní, y restringen los visados y congelan los activos financieros de empresas e individuos implicados en este programa.

- 5. Primera ronda de conversaciones en Ginebra. En julio de 2008, el vicesecretario de Estado norteamericano, Williams Burns, se reúne con sus homólogos del grupo P5+1 y con el jefe de la diplomacia europea, Javier Solana. A la cita asiste el negociador iraní Said Jalili. Burns, que participó como observador, abandonó la sala de reunión para evitar estrechar la mano de Jalili. Dos semanas más tarde expira, sin respuesta de Irán, el plazo fijado para una nueva propuesta occidental.

- 6. Segunda ronda de conversaciones en Ginebra. El 1 de octubre de 2009, después de hacerse público que Irán ocultaba una planta nuclear subterránea, el régimen de los ayatolás accede a un principio de acuerdo, concretado el miércoles en Viena, para que un tercer país enriquezca su uranio. Teherán acepta, además, que los investigadores del OIEA visiten las instalaciones, lo que debería ocurrir mañana.

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