Otegi ante Garzón
Unidad 'abertzale', negociación política, presión terrorista: la 'oferta de calado' es la de siempre
Baltasar Garzón envió el viernes a prisión a Otegi y a otros cuatro de los 10 dirigentes de la izquierda abertzale detenidos bajo la acusación, según el auto de ese juez, de formar parte de la estructura de coordinación diseñada y controlada por ETA para dar continuidad a sus fines burlando la ilegalización de Batasuna. Portavoces de esta organización manifestaron en Francia que las detenciones obedecen al intento del Gobierno de abortar una "iniciativa política de calado" de la izquierda abertzale que incluiría una fórmula para "superar el conflicto armado". El portavoz del PNV Joseba Egibar se sumó a esta interpretación y su partido participó en la multitudinaria manifestación que tuvo lugar el sábado en San Sebastián en protesta por las detenciones.
La "iniciativa de calado" es una variación más de las que ETA y su brazo político vienen planteando desde hace 30 años y que combinan en distintas proporciones, según la coyuntura, tres elementos: unidad nacionalista, negociación y presión terrorista. La versión última, anunciada hace meses por Otegi, consistiría en sustituir el frente nacionalista por un polo soberanista que agrupe a las fuerzas explícitamente independentistas, con exclusión del PNV, considerado un lastre.
El auto describe la gestación de la iniciativa a partir del proyecto de estrategia político-militar elaborado por ETA al final del debate producido tras la ruptura de la tregua. La fórmula de polo soberanista serviría, según sus promotores, para aislar al PNV entre la alianza españolista que respalda a Patxi López en Ajuria Enea y el bloque independentista formado por Eusko Alkartasuna (EA), Aralar y Batasuna; para convertir a esta última fuerza en la hegemónica dentro de ese bloque; y para forzar la legalización de hecho de la izquierda abertzale, ya que sería difícil impedir la participación política y electoral de un partido (o alianza de partidos) legal, en la que se integran candidatos de la ex Batasuna. En uno de los papeles del auto aparece el reproche de ETA a su brazo político por haber optado para las Europeas de junio por la coalición Iniciativa Internacionalista y no por una encabezada por EA.
Esto último podría interpretarse como síntoma de una cierta autonomía en la práctica, pero el conjunto de documentos incluidos en el auto avalan la hipótesis contraria: ETA plantea, fija el marco organizativo y controla su aplicación. Pero sí modula, seguramente por influencia del frente político, la utilización de la violencia en función de los contactos con las otras fuerzas soberanistas, que para comprometerse exigen el fin de la violencia o al menos el desmarque de ella.
Esto último, que Batasuna se emancipe de ETA, es un mensaje recurrente del PNV, incluyendo el sector que encabeza Egibar. Por eso es incoherente que se sumase a la manifestación del domingo, y que lo hiciera antes de conocer el auto de Garzón, que prueba que la dependencia se mantiene y que los de Otegi no tienen intención de renunciar a una estrategia político-militar en la que ETA se reserva el papel de remover los obstáculos mediante la "pedagogía de la lucha armada".
Desde hace años, el éxito de las movilizaciones en respuesta a las medidas policiales y judiciales contra el mundo de ETA dependen de que a ellas se sume el PNV. Su coartada es que no se trata de derrotar a ETA sino de convencerla, a través de los Otegi, de que su ciclo ha terminado. Pero difícilmente se le convencerá mientras se siga prestando oídos a las variaciones del mensaje de siempre a la vez que se desautorizan todas las iniciativas del Estado de derecho (avaladas por Estrasburgo) para acabar con la pretensión de que el derecho de voto incluye el de votar al brazo político de una banda que asesina a quienes no le obedecen.
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