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La polémica sobre la interrupción del embarazo

"Ay de los que dictan leyes injustas"

Juan Diego Quesada

Con una sonrisa de oreja a oreja, Concha, novicia de la parroquia de Vallecas, mira a su derecha, por donde corren unos niños, en la esquina de Alcalá con Gran Vía, y dice que ellos son los que mejor representan la manifestación en contra del aborto. "Son la vida. Interrumpir el embarazo es un crimen abyecto. ¿No es una maravilla verlos aquí y no en un contenedor?", dice.

De fondo, en una pancarta se lee: "Ay, de los que dictan leyes injustas. Isaías 10:1". Porque eso es lo que creen Mónica Pérez y Luis Javier Vega, una pareja de profesores que empuja el carro de su hija de dos años entre la multitud. Que la ley del aborto no es justa y la reforma no hace sino empeorarla. "Estamos totalmente en contra de que una niña de 16 años aborte sin el consentimiento de sus padres. No nos entra en la cabeza", dicen. Antes de irse, quieren dejar claro que no entienden qué hace Aznar aquí: "Tuvo sus años de Gobierno y no hizo nada. ¿Qué busca ahora?".

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Delante de una pancarta gigante donde pone "Mamá te quiero", aparecen Kadia, de 18 años, padres guineanos, y Marta, una dominicana de 17. Vienen del barrio de Oporto, en el sur de Madrid. Antes que nada, aclaran que no saben mucho de leyes ni de política, sólo saben que el aborto "es una maldad". Si se quedasen embarazadas tendrían el hijo, sin pensarlo dos veces. "Hay mucha gente loca que hace sexo", afirma Marta, "y después mata al bebé sin pensarlo. Increíble". Ella dice que no confía en su madre, que si se quedase embarazada lo pasaría mal contándoselo, pero aún así dice que no se lo ocultaría.

A la derecha de las chicas, una veintena de jóvenes de Democracia Nacional corean: "Zapatero tu madre no abortó" y "ésta es la juventud de España". La mitad de ellos iba de camisa y zapatos y el resto de chándal con zapatillas.

El millar de jóvenes voluntarios de la marcha, universitarios casi todos, van de aquí a allá con una hucha en la mano. Piden colaboración para costear el evento. A Marie, estudiante estadounidense, uno de ellos le explica por qué hay hoy tanto follón. Sonríe cuando acaba la charla, deja en una papelera su café de Starbucks y se pone una chapa en la que se lee "Yo amo la vida". "¿Quién demonios iba a querer la muerte de nadie?", pregunta. Y se va tan contenta Gran Vía arriba.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

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