Karzai, bajo presión
Hillary Clinton garantiza al presidente afgano que la crisis electoral no influirá en los planes militares de Obama
El teléfono del presidente afgano, Hamid Karzai, echa humo en las últimas horas. Ha mantenido conversaciones con la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton; el primer ministro británico, Gordon Brown; el presidente paquistaní, Asif Alí Zardari, y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. La razón de tanto interés es el resultado de las elecciones presidenciales afganas, celebradas hace casi dos meses (20 de agosto), y de las que aún no existe un resultado oficial, tan siquiera de participación, en medio de acusaciones de un fraude masivo para favorecer a Karzai.
La ofensiva diplomática internacional incluye al ministro de Exteriores francés, Bernard Kouchner, y al senador estadounidense, presidente de la comisión de Exteriores del Senado, John Kerry, ambos en Kabul, lo mismo que el antiguo embajador estadounidense en Afganistán, Zalmay Khalilzad, que se encuentra en la capital por asuntos privados, según la legación norteamericana en Kabul.
El anuncio de los resultados de las elecciones de agosto pende del dictamen de la llamada Comisión de Quejas Electorales, elegida por la ONU, y que debe decir cuántos votos anula. Si éstos superaran los 350.000, Karzai quedaría por debajo de la barrera del 50% y debería acudir a una segunda vuelta en noviembre junto a su ex ministro de Exteriores, Abdulá Abdulá, segundo clasificado.
El constante retraso del anuncio, que podría hacerse público hoy, no se debe a cuestiones técnicas sino a que desde hace semanas tiene lugar una negociación en varias direcciones con el objetivo de pactar una solución que cierre el frente político.
La secretaria de Estado Clinton dio ayer algunas claves de lo que se está cociendo entre bambalinas. "Es altamente probable que él [Karzai] gane esa segunda vuelta", y añadió que la solución del embrollo electoral no afectará a la decisión del Gobierno estadounidense de enviar más tropas y modificar la estrategia de los últimos años, pero reconoció que si el problema electoral quedara resuelto a mediados de noviembre, la Casa Blanca podría esperar antes de anunciar esa estrategia. Se quiera o no, la cuestión política es la clave. Que gobierne en Afganistán un presidente deslegitimado o que ni siquiera haya Gobierno porque la disputa de los votos pase al final de la Comisión de Quejas al Tribunal Constitucional, afecta a los planes de Obama, que desea reformar la misión civil e incrementar la inversión en Afganistán. Para que ésta sea efectiva se necesita un Gobierno eficaz y sin corrupción.
Los retrasos en el anuncio de los resultados se deben a que Karzai no acepta una segunda vuelta y Abdulá no acepta entrar en un Gobierno de coalición. Esa segunda vuelta sería necesaria para dotar de legitimidad al proceso, pero es algo que llega tarde tras el desastre de la primera. Los riesgos son que en una segunda vuelta haya más abstención (en agosto, la participación estuvo en torno al 40%), que se repitan las irregularidades y gane de nuevo Karzai.
Para los militares estadounidenses, una segunda vuelta exigiría poner en alerta a todas las tropas para proteger el proceso.
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