Francfort cierra con pies de plomo
Agentes y editores apuestan por valores seguros y evitan subastar sus novedades
El caprichoso calendario marcó este año, de manera anómala, que la concesión del Nobel a Herta Müller fuera una semana antes de la Feria del Libro de Francfort, que suele coincidir con el fallo. Hoy cierra la 61ª edición del evento y la última novela de la rumano-alemana aún no tiene editor español. Inaudito, como la negociación. Cuatro postores: dos grandes grupos y dos editoriales bastante más pequeñas. ¿David y Goliat al mismo nivel? "La tendencia de los agentes es hoy coger editores sólidos que mantengan a un autor más allá del libro oportunista", teoriza Joan Tarrida, de Galaxia Gutenberg.
Son, junto a un descenso de visitantes y expositores, los grandes efectos de la crisis. "Espero que sea el inicio del regreso a la edición seria, donde los catálogos se llenen con sentido y se acabe ese mundo fantasioso en el que la gente pagaba fortunas por libros de los que sólo había 30 páginas escritas", desea Jaume Vallcorba, que en 2002 experimentó con Imre Kertész cómo perder por estos pasillos los derechos de un autor recién agraciado con el Nobel.
La estrechez del cinturón ha supuesto dos novedades más. Por un lado, la desaparición de los proposals (propuestas) de libros, o sea, proyectos de futuro, tan de moda los últimos años. "No he visto ni uno en estos días", ratifican por separado la editora de Crítica, Carmen Esteban, y la agente Mónica Martín. No están los tiempos para pagar por algo que ni existe.
Por otro, la victoria absoluta del pre-emptive, modelo de negociación del sector que ha arrasado: ofrecer una suma cerrada al agente para que ese libro lo saque ya de la mesa de negociación con otras editoriales. En tiempos de vacas flacas, todos ganan: el editor paga un precio razonable y el agente, que podría hoy quizá sacar menos en una disputa, toma el dinero y corre. El editor evita así que un libro salga a subasta y se dispare. "Entrar hoy a subasta es la perdición", admite Pilar Robles, editora de Alfaguara. Además, todos mueven pieza: "Los pre-empt se suelen fijar para un plazo de 24 o 48 horas, si no, lo retiras para evitar que jueguen contigo", ilustra Claudio López-Lamadrid, editor de Mondadori. Salvo algunas excepciones, las perlas de este año, como las siguientes, se han conseguido con pre-emptives.
- Agarrados a la calidad. Muchos editores van a por lo seguro: literatura en estado puro. Es el caso de RBA, que editará El club de los incorregibles optimistas, de Jean-Michael Guenassia, seleccionado para el Goncourt, y que narra la historia de un extraño club de ajedrecistas de exiliados del Este europeo en el París de los años sesenta. "Cuenta y atrapa como John Irving", ilustra la editora, Anike Lapointe.
Salamandra ha hecho lo propio quedándose la última y larga novela de Jonathan Franzen (hasta ahora en Seix Barral), Freedom, "retrato de nuestra época al estilo Los Buddenbrook, de Mann", según Sigrid Krauss. Alfaguara propondrá Richard Russo, That old cape magic, nada complacientes reflexiones de un hombre maduro sobre su vida. Mientras, la estadounidense y Pulitzer 2005 de ficción Marilyn Robinson es la apuesta de Galaxia Gutenberg: empezarán con su segunda novela, Gilead, autobiografía de un torturado reverendo.
- Negro ficticio... y real. Lo policiaco sigue. Uno de los monstruos del género, James Ellroy, repasa todas las mujeres de su vida, empezando por su madre asesinada cuyo apellido da pie al título, The hilliker road; aparecerá en Mondadori y no en Ediciones B como hasta ahora. A la moda nórdica negra se incorporan la sueca Kristina Ohlsson con Unwanted (Empúries en catalán) e Inger Wolf (Alba), ganadora del premio de la Academia Danesa del Crimen. Y, sacado de la vida real, Gellert Tamas, autor de El hombre láser (Debate), relato a lo Truman Capote sobre un asesino en serie sueco que mataba inmigrantes. Stieg Larsson dijo que le habría gustado escribirlo. Tan escalofriante como Crímenes (Salamandra), casos reales, brutales y recientes alemanes que ha llevado (y escrito) el abogado criminalista Ferdinand von Schirach.
- La guerra interminable. La II Guerra Mundial parece inagotable. A la espera (dos años) del último Anthony Beevor sobre el tema (también trabaja sobre la batalla de las Ardenas y ¡Napoleón!), ha aparecido ahora la biografía escrita por Yannick Haenel de Jan Karski (El Aleph / Empúries), oficial polaco que escapó del gueto de Varsovia y llegó a entrevistarse con Roosevelt para hablarle del genocidio. Uno de los libros candentes de la feria ha sido El gueto de Loz (Mondadori), del sueco Steve Sem-Sandberg, entre la ficción y el ensayo sobre el controvertido Rumkowski, el polaco judío al que los nazis pusieron al frente del campo. Para desmarcarse, Crítica se ha ido a la guerra de Afganistán con Soldados a caballo, de Doug Stanton, la desconocida historia de un reducido cuerpo de élite del Ejército norteamericano que ha luchado contra los talibanes... a caballo. Muy sucia fue también la guerra de Argel, fría pero bellamente contada por Laurent Mauvignier en Des hommes, que editará Anagrama.
- Ángeles caídos y brujas. Son tiempos de mea culpa y ángeles caídos. Así lo entiende la autora de Tiger, tiger (Seix Barral / Edicions 62), Margaux Fragoso, que relata cómo fue víctima de la pederastia desde los siete años hasta los 23. Un duro relato que ahora saca a la luz para alertar a su hija. Mientras, la moda vampírica ha derivado en brujas. El triunfador, El descubrimiento de las brujas, de Deborah Harkness, uno de los libros de la feria (Suma y Edicions 62): una mezcla de Harry Potter, Dan Brown y saga vampírica a partir de una joven que desciende de una familia de brujas y se enamora de un vampiro y encuentra un libro mágico.
- Kissinger, Betancour. Cena exclusiva y secreta de 20 editores de todo el mundo con un autor escoltado hasta las orejas. Era Henry Kissinger, que estaba en Francfort para relanzar sus polémicas memorias (que Debolsillo sacará en formato económico) y hablar del libro que ultima: cómo ve China a Occidente y las relaciones mutuas. Debate se ha quedado ya con él.
Mientras, otra política, Ingrid Betancour, termina sus recuerdos, de título nerudiano: No hay silencio que no acabe. Las tiene Alfaguara para Suramérica y ultima el acuerdo para España. Quizá sólo con un pre-emptive.
Babelia
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