Tio Palò, el mayor ciclón de la rumba catalana
CLARA BLANCHAR
No era difícil verle en Barcelona paseando por Gràcia, tan chupado como elegante y siempre con un cigarrillo en la mano. No soltaba el pitillo ni para cantar. Ni en el ascensor, cuando visitaba a una de sus dos hijas en la calle de Astúries. Fritos tenía a los vecinos con el dichoso olor a tabaco.