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Tarraco se acicala ante el examen de la Unesco

La ciudad rehabilita su gran patrimonio romano

"¿Hay un teatro romano en Tarragona?". La respuesta de la dependienta, tarraconense de toda la vida, deja al turista boquiabierto y con la mirada fija en el plano de la ciudad. Sí, según el mapa hay un teatro romano en Tarragona y hace nueve años fue declarado patrimonio de la humanidad, la distinción más emblemática que otorga la Unesco. Lo parece menos en el caso de este monumento, un puñado de piedras cerradas al público y ocultas tras una lona en la que se acumulan latas y embalajes despintados por el sol.

La estampa del edificio más relevante de Tarraco en el siglo I sólo levanta apatía entre los ciudadanos y destempla a los turistas. ¿Qué ocurriría si el visitante fuera un inspector delegado de la Unesco, organismo que entre el año próximo y 2014 revisará el estado del conjunto romano de la ciudad? Ayuntamiento y Generalitat se han conjurado para no conocer la respuesta.

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Restos condenados al subsuelo

El conjunto arqueológico de Tarragona pasará en 2010 la revisión habitual del organismo al cumplir una década bajo el paraguas de patrimonio mundial. Se trata de 14 monumentos del Imperio Romano que hicieron de Tarraco su capital más pujante, Roma al margen. En 2014 esos vestigios pasarán un examen más profundo con el que la Unesco dictaminará si son dignos de seguir catalogados con el prestigioso distintivo.

"Ahora que se acercan las fechas clave debemos apretar para que las administraciones adecentemos el conjunto monumental. En algunos casos, habrá que correr un poco", explica Rosa Rossell, concejal de Patrimonio de la ciudad, que aclara que no hay riesgo de expulsión del organismo internacional. El peor de los resultados posibles sólo implicaría un proceso lento y plagado de advertencias suficientemente espaciadas en el tiempo para reaccionar antes del desastre. Sí está en juego la imagen y el crédito de la ciudad, obligada a mimar los vestigios que han colocado instantáneas de Tarragona en las agencias de viaje de varios continentes.

Un rapapolvo de la Unesco no implicaría la catástrofe, pero despertaría pocas pasiones para visitar una ciudad apoyada en el turismo cultural. "Hay mucho en juego porque el patrimonio es uno de los principales capitales que tenemos", asume el delegado de Cultura de la Generalitat en la provincia, Adam Manyé. En el Gobierno catalán, asegura, nadie se obsesiona con la visita de la Unesco, pero esperan que la cita espolee a las partes implicadas.

Porque hay muchas. El patrimonio mundial de Tarragona es atípico en el globo, ya que se reparte entre distintos brazos que no siempre estuvieron dispuestos a echarse una mano: el Ministerio de Cultura, la Generalitat, los Ayuntamientos de Tarragona, Constantí, Altafulla y Roda de Barà, y una empresa privada, Abertis, gestionan el conjunto auspiciado por la Unesco. El ministerio delega sus tareas en la Generalitat, mientras que Abertis sólo se ocupa de la cantera del Médol, oculta y casi irreconocible por la maleza. En una década no hubo un solo órgano que uniera todos los gestores en una misma mesa.

El guirigay resultante lo ha padecido el teatro pero el estado del resto de monumentos tampoco ha progresado como se esperaba tras la euforia de aquel noviembre de 2000. "Esta inscripción en la Unesco significa sobre todo un compromiso", proclamó exultante el entonces alcalde Joan Miquel Nadal. Días después, el Consistorio lanzaba un plan para la intervención conjunta de la Administración central, autonómica y local que ha tardado más de nueve años en concretarse.

El Consorcio Tarraco Romana se aprobó el pasado mes de abril con 4,2 millones de euros de presupuesto. "Ha costado ponernos de acuerdo", admite Rosell. Puede que haya tenido un precio. "El resultado de no lograr un acuerdo es que las ruinas no están a la altura del esplendor que tuvo la ciudad en la época romana", lamenta un arqueólogo municipal.

"El Ayuntamiento ha ido cumpliendo mientras hay otros casos que claman al cielo", protesta la concejal de Patrimonio en alusión a los monumentos que no dependen del Consistorio. "En alguna ocasión nos ha fallado ir todos a una", admite el delegado de la Generalitat. Probablemente, se refiera al teatro, gestionado por el Gobierno catalán y el monumento más desenfocado del conjunto romano. El recinto sigue a medio excavar y se asemeja en exceso a una cantera descuidada.

"Resulta difícil de interpretar", puntualiza Manyé. Los trabajos para adecentar el entorno empezaron hace dos semanas y en tres meses se le adosará un mirador para poder contemplarlo, quizá por primera vez. Que el recinto logre algún día quedar completamente a la vista depende de un embrollado proceso de expropiación que se alarga en un horizonte sin fechas. "Es un proceso costoso pero se realizará tarde o temprano", aseguran desde Cultura.

En la casilla de la Generalitat también se halla la necrópolis paleocristiana más importante de Europa, cerrada hace 14 años por seguridad. Un edificio del recinto construido a principios del siglo pasado corre el riesgo de derrumbe desde hace lustros. No se ha venido abajo, pero tampoco se ha reparado.

"El cierre de la necrópolis no implicará graves problemas para la revisión de la Unesco", confía un portavoz del departamento. Algo tan cierto como poco confortante: la necrópolis ya estaba clausurada cuando obtuvo el galardón de la Unesco y sigue estándolo. Aun así, nueve años atrás la Administración se comprometió a rehabilitarla, pero la promesa se quedó por el camino. "Hace años que no se hace ninguna acción", reconoce Manyé. "Pero el proceso de rehabilitación ya está encarrilado", subraya el delegado de la Generalitat, que explica los retrasos por un cúmulo de motivos coronados por un embrollo burocrático monumental. "Se ha ido escribiendo un proyecto tras otro, pero ninguno se ha llevado a cabo", lamenta.

No ha faltado empeño, pero sí dinero, apuntan fuentes municipales. La dotación presupuestaria del Gobierno catalán siempre terminaba desviándose a otros proyectos mientras se reclamaba al Ayuntamiento que aflojara. La Generalitat asegura que en 2010 tendrá sobre la mesa el enésimo proyecto, este sí, definitivo. "Habríamos pagado si hubiéramos tenido fondos, pero debemos ocuparnos de lo nuestro", comenta Rosell.

Las tareas pendientes alcanzan a la muralla de Tarragona, cuya gestión sí depende del Consistorio. Los sillares de la fortificación que se vinieron abajo en 2005 por el temporal siguen donde los dejaron las lluvias: en el suelo. Hay un plan de 14 millones de euros para rehabilitar los 1,5 kilómetros del monumento romano más antiguo de la península Ibérica, pero falta dinero para ejecutarlo. La intención del Ayuntamiento era que el Ministerio de Cultura subvencionara el proyecto a través de un programa para rehabilitar el patrimonio de ciudades amuralladas. La idea llegó tarde. "El plazo para adherirse al Programa de Murallas Urbanas expiró a finales del año pasado", lamenta Rosell. "Si no obtenemos apoyo financiero, sólo podremos arreglar la parte más deteriorada", añade. Dos tramos están en licitación y los trabajos siguen sin calendario. "Pero a 2014 llegaremos, seguro", subraya la edil.

Otros monumentos han envejecido mejor. El Arco de Barà, la Torre de los Escipiones, la Villa dels Munts y el Foro Provincial son ejemplos de la buena labor de conservación realizada por el Ayuntamiento y la Generalitat, pese a la escasa señalización de los conjuntos. Fallan otros factores que considera la Unesco, como cuidar el entorno de construcción. Es el caso del anfiteatro, deslucido por la caseta de venta de entradas y emplazada en plena grada romana. El puente del Diablo, cuyas estructuras están bastante deterioradas, ilustra el futuro inmediato del resto de monumentos.

La incógnita sólo se mantiene en el mayor monumento de Tarraco que queda por descubrir. El templo de Augusto, un enorme recinto de ocho columnas, según el grabado en las monedas que acuñó Tarraco. La obra, construida al inicio del siglo I lleva de cabeza a los arqueólogos desde hace décadas. Localizarlo antes de la visita de la Unesco sería quizá el mejor golpe de efecto.

Las 14 joyas de la ciudad de Augusto

- Murallas. Las más antiguas fuera de la península itálica. Empezó a construirse en el siglo II a. C. (Tarragona)

- Foro provincial. Año 73 d. C. (Tarragona)

- Circo. Siglo I d. C. (Tarragona). Uno de los más grandes del Imperio romano.

- Foro colonial. Principios del siglo I d. C. (Tarragona)

- Teatro. Finales del siglo I d. C. (Tarragona)

- Anfiteatro. Siglo ll d. C. Tenía una capacidad para 14.000 espectadores (Tarragona)

- Necrópolis. Siglo I a. C. (Tarragona)

- Puente del Diablo. Siglo d. C. (Tarragona)

- Torre de los Escipiones. Año 50 d. C (Tarragona)

- Cantera del Médol. Siglo I d. C. (Tarragona)

- Villa-mausoleo de Centelles. (Entre los siglos II a. C. y IV d. C. Constantí)

- Villa dels Munts. Siglo I d. C. (Altafulla)

- Arco de Barà. Alrededor del año 13 d. C. (Roda de Barà)

- Recinto de culto imperial. Sin determinar (Tarragona)

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