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MODA

Una modelo nata

Mi pelo solía ser como el de un bebé, cuatro años de productos y mira cómo está". Impecable, pese al comentario de su dueña. La supermodelo Tanya Dziahileva tiene 18 años, está clasificada entre las 20 mejores del ranking de models.com, ha trabajado para Yves Saint Laurent, Dolce & Gabbana, Lacoste y Celine. Hoy ha viajado a Barcelona para ser la estrella del desfile de la colección de invierno de Mango.

Nació el 4 de junio de 1991 en Bielorrusia. No admite errores. Tanya no es rusa, ellas son diferentes. Sin preguntarle, se convierte en embajadora de su país: "Es muy bonito, y la gente, muy amable". Ella es de Vitebsk, "la segunda ciudad más importante de Bielorrusia. Hablo ruso y aún recuerdo algo de bielorruso", explica con orgullo. Tiene un largo pelo rubio, piernas interminables, boca sugerente, profundos ojos azules y una piel blanca y delicada. Se habrán hecho una idea: Tanya no es una chica cualquiera, es una modelo que siempre ha querido ser modelo y que considera su oficio como el más importante del mundo. "Empecé con nueve años en una especie de escuela de modelos. No era un trabajo, era como un colegio. Te enseñaban a cuidar tu piel y tu pelo, a estar en forma…".

En su cara no se refleja tristeza ni resentimiento. Cuenta su historia con una frialdad que provoca escalofríos. En sus palabras no hay ápice de reproche, sino convicción y una voluntad de hierro. Era una niña cuando voló por primera vez a San Petersburgo de la mano de Noah Models, la mayor agencia de scounting en Rusia con contactos en Bielorrusia, Kazajistán, Ucrania y Armenia. Su objetivo es el desarrollo del negocio de las modelos en toda la zona. "Inculcamos estándares de profesionalidad y fuerte moral a nuestras modelos, que encajan con las normas legales y sociales de la sociedad occidental", explica la web de la agencia. La joven recuerda con nostalgia su época rusa. "San Petersburgo estuvo muy bien. Allí me enseñaron a prepararme mentalmente, me ayudaron a descubrir quién era, me explicaron cómo es este mundo, me enseñaron a meditar y a alejarme de las drogas. Muchas de las chicas que trabajan en esto no conocen este mundo, siempre debes ser educada; si te muestras grosera, lo serán contigo".

Sólo cuando se le insiste a Tanya por la temprana edad de sus inicios, parece molesta. "Cuando empecé a trabajar tenía 14 años, lo disfruté mucho. Llevaba tanto tiempo esperando ese momento… Hacer de modelo te ofrece muchas cosas, te da paciencia, conoces a gente… no era demasiado joven", defiende. "Estaba preparada para trabajar, me sentía muy excitada, lloraba con cada trabajo. Recuerdo perfectamente cada minuto, qué llevaba puesto en cada sesión, los desfiles, el pelo, el maquillaje, cazaba cada momento y lo disfrutaba. El tiempo se va deprisa", dice sonriendo.

Tanya es una de las protagonistas del documental En busca de las cenicientas rusas, la historia de dos agentes que recorren Rusia con el Transiberiano en busca de chicas que quieren ser modelos. Realizan castings en ciudades y pueblos hasta acabar en San Petersburgo. Todas son medidas, entrevistadas, grabadas, pero sólo unas cuantas alcanzan el concurso final. En San Petersburgo, los dos agentes tienen una cita con una modelo "que no es como las demás". Es Tanya Dziahileva, una triunfadora del Transiberiano. Otras muchas no salen jamás de Rusia.

Javier Macías, dueño de la agencia Uno y representante de Tanya en España, destaca que es una chica extremadamente amable y con los pies en el suelo. "Si los actores empiezan jóvenes, ¿por qué no las modelos?", dice. Tanya es hija de padres separados -"echo mucho de menos a mi familia"-, habla cuatro idiomas y le gusta pintar y cocinar. Una o dos veces al año viaja a San Petersburgo a visitar a su madre y a Bielorrusia a ver a su padre. Sobre el futuro se muestra pragmática: "No sé qué pasará mañana, así que no puedo pensar en pasado mañana".

Lo que sí asegura es que si volviera a nacer, volvería a querer ser modelo. Un oficio que le apasiona, pese a sus peajes. "No trabajo sólo por dinero. Soy una persona activa. Nunca me hubiera quedado en un sofá. Lo único malo de este trabajo es que estás lejos de tu familia y no puedes confiar mucho en la gente porque no sabes qué quieren de ti". Con la mayoría de edad, la supermodelo Tanya se ha convertido en una supertrabajadora que se mueve constantemente entre París y Nueva York, donde piensa iniciar estudios de interpretación. "Mi casa no está en ningún sitio, vivo en un avión". P 

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Blanco y negro. El eterno bicolor: chaqueta de Chanel, camiseta de Dsquared ", falda de Roberto Cavalli, botines de Yves Saint Laurent y pulsera de LoeweSERGIO PONS

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