Jamenei amenaza a la oposición iraní con una "dura respuesta" del régimen
La comunidad internacional pide a Teherán que reabra el diálogo nuclear
El líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, advirtió ayer a la oposición de que responderá con dureza y determinación a quienes se opongan al sistema islámico, sean cuales sean su posición y su pasado. Sus palabras han estado precedidas esta semana por la detención de tres destacadas figuras reformistas, entre ellas un antiguo embajador iraní en España. Jamenei reiteró además que Irán no va a ceder en sus "derechos nucleares", lo que parece cerrar la puerta a las conversaciones que la comunidad internacional intenta reanudar con Teherán sobre su programa atómico.
"Oponerse al sistema, a sus fundamentos, levantarse y blandir una espada en su contra, recibirá una dura respuesta", manifestó Jameneí durante el sermón de la plegaria del viernes en la Universidad de Teherán. Cuando se cumplen tres meses de la polémica reelección de Mahmud Ahmadineyad a la presidencia del país, el líder supremo dejó claro que el límite de tolerancia del régimen es el estrecho marco de la República Islámica. "Las diferencias de opinión no deben llevar al conflicto", subrayó.
Nuevas detenciones y registros acosan a los dirigentes reformistas
La oleada de protestas por el resultado de aquellos comicios desató una fuerte represión y la mayor crisis institucional desde la instauración del régimen clerical en 1979. Y su eco aún no se ha apagado. Mientras las autoridades reconocen la muerte de 36 personas en los disturbios, la oposición duplica esa cifra. Al menos otras 4.000 personas han sido detenidas, de las que dos centenares aún permanecen en prisión, incluidos 40 periodistas. Uno de ellos, Maziar Baharí, ha quedado finalista del premio Príncipe de Asturias de la Concordia esta semana.
"Desde la revolución, siempre ha habido distintos puntos de vista y eso es útil para dirigir los asuntos del país", aseguró Jamenei según la traducción de la cadena estatal PressTV. Distinguió, sin embargo, entre diferencias "en principios y valores" y aquellas que lo son "por interés", y recordó que el fundador de la República Islámica, el ayatolá Ruholá Jomeini, las había tratado de forma diferente sin tener en cuenta el "pasado revolucionario y religioso" de los implicados, algo que los analistas interpretan como una advertencia de que nadie está a salvo.
Tal parece ser el mensaje enviado esta semana. El martes varias webs reformistas informaron de la detención de Ali Reza Beheshtí, un respetado intelectual que trabajaba con el líder opositor Mir Hosein Musaví, y de Morteza Alvirí, colaborador del clérigo reformista Mehdi Karrubí, embajador de Irán en España entre 2003 y 2006 y ex alcalde de Teherán. Ese mismo día las autoridades cerraron las oficinas de Karrubí en Teherán y registraron la sede del comité de apoyo a las víctimas de la represión, que dirigía Beheshtí.
Ayer, Etemad-e-Melli, el sitio web de Karrubí, anunció que varios agentes sacaron de su domicilio la noche anterior a Mohammad Moghaddam, otro consejero de Musaví. La página también recogía una carta de Karrubí al jefe del poder judicial en la que denuncia que los Guardianes de la Revolución, los Pasdarán, han dado orden al Ministerio de Sanidad para que no facilite información sobre los heridos en la violencia post electoral.
Por otra parte, el líder supremo también declaró que su país va a permanecer firme en la defensa de sus derechos nucleares. "Debemos defender nuestros derechos. Si cedemos en ellos, sean nucleares o de otro tipo, significaría el declive", advirtió. Jamenei no mencionó las propuestas que Teherán presentó el pasado miércoles al G-6 (EE UU, Rusia, China, Reino Unido, Francia y Alemania) y que ayer fueron juzgadas insuficientes por las grandes potencias. Tras una entrevista telefónica que mantuvieron sus ministros de Exteriores, Cristina Gallach, la portavoz de Javier Solana (el negociador en nombre del G-6), anunció que se habían "acordado pedir a los iraníes una reunión lo antes posible", según informó France Presse.
Los asistentes a la plegaria, entre los que se encontraban Ahmadineyad, varios ministros y otros altos cargos, jalearon las palabras del líder con los habituales gritos de "Muerte a Israel" y "Muerte a Estados Unidos". Resultaba difícil conciliar sus agresivos gestos puño en alto con las lágrimas que habían derramado pocos minutos antes, durante el sermón religioso que precedió al político y durante el cual Jamenei ensalzó la figura del imam Ali, el fundador del chiísmo, en el aniversario de su muerte hace 1.400 años.
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