Putin reabre las heridas de Europa
El primer ministro ruso intenta exculpar a su país de los orígenes del conflicto - El presidente polaco califica de "puñalada por la espalda" la invasión soviética
Setenta años después del estallido de la II Guerra Mundial, Rusia demostró ayer que las heridas que dejó en Europa aquella contienda siguen abiertas. El primer ministro Vladímir Putin ha intentado en los últimos días -e insistió ayer- exculpar a la Unión Soviética de su responsabilidad en el inicio de la contienda y calificó de "moralmente inaceptable" todos los pactos alcanzados entre 1934 y 1939 con la Alemania nazi. No sólo el que firmó Josef Stalin con Adolf Hitler en 1939, que permitió la invasión de Polonia y marcó el estallido de la guerra, sino también el que firmaron los aliados en 1934, que supuso la ocupación de los Sudetes por Alemania hasta 1945.
Las palabras de Putin marcaron los actos de conmemoración, en el puerto polaco de Gdansk, del 70º aniversario de la invasión alemana de Polonia y el estallido de la guerra más mortífera del continente, con más de 60 millones de muertos. La II Guerra Mundial empezó a las 4.45 de la mañana del 1 de septiembre de 1939, cuando el acorazado Schleswig Holstein de la Armada de la Alemania nazi bombardeó posiciones polacas en la península de Westerplatte, cerca de la entonces Danzig, hoy Gdansk.
Moscú califica de "inaceptables" todos los pactos con la Alemania nazi
La ceremonia, que comenzó antes del amanecer, se vio marcada por la discusión sobre quién estuvo detrás, además del mismísimo Hitler, del inicio de la guerra. El presidente polaco, Lech Kaczynski, fue tajante y habló al respecto de la "puñalada en la espalda" que supuso la invasión del Este polaco el 17 de septiembre de 1939 por parte del Ejército rojo. Kaczynski llegó a comparar con el Holocausto judío la matanza de unos 20.000 oficiales polacos perpetrada en el bosque de Katyn por el Ejército soviético en 1940. Varsovia aún espera el reconocimiento y las debidas disculpas de Moscú por esta matanza.
En su discurso ante el monumento que recuerda la lucha de los polacos contra los soldados de Hitler en Gdansk, a orillas del Báltico, Putin condenó como "inmoral" el pacto entre los dictadores de Alemania y la Unión Soviética. El mandatario insistió en que "la cobardía política ante un agresor acaba por erosionar la seguridad propia y la de los demás". Se refería al pacto ruso-alemán, pero también a la falta de decisión de las potencias occidentales -Francia y el Reino Unido, sobre todo- ante los desmanes de Hitler que precedieron a la guerra. En las semanas previas a las celebraciones en Polonia, Putin había condenado la política de apaciguamiento de Londres y París ante las reiteradas agresiones de la Alemania nazi a sus vecinos. En particular, la invasión de Checoslovaquia y la anexión de los Sudetes en 1938, que terminaron sin consecuencias para Hitler. Como Putin recordó, Polonia aprovechó aquella ocasión para anexionarse el entonces territorio checoslovaco de Zaolzie. La prensa rusa publicó estos días documentos que, supuestamente, atribuyen a Polonia parte de culpa en el inicio de la guerra.
Putin dio una de cal y otra de arena a los que presenciaron su discurso, tratando de no desviarse demasiado de la línea de sus colegas occidentales. Destacó el enorme número de víctimas rusas en la contienda mundial, "casi la mitad de los caídos". Antes, en un encuentro con el primer ministro polaco, Donald Tusk, en el balneario polaco de Sopot, Putin había pedido a su colega dejar la historia para los historiadores. Como recordó el ruso, su país es hoy el segundo socio comercial de Polonia, después de Alemania.
En cuanto a la canciller alemana, Angela Merkel, siguió en Gdansk la estela de sus predecesores Gerhard Schröder, Helmut Kohl y Willy Brandt. Su expresión "me inclino ante las víctimas" y el reconocimiento de la culpa alemana no pasará a la historia como pasó el arrodillamiento de Brandt ante el monumento del gueto judío de Varsovia en 1970, pero cumple con las expectativas puestas en la canciller de la potencia que empezó la guerra y se rindió incondicionalmente, seis años más tarde de iniciarla, en ruinas y tras haber asesinado a seis millones de judíos en el Holocausto.
Se refirió, además, al "destino de aquellos alemanes que perdieron su hogar como consecuencia de la guerra". Es decir, a los millones de alemanes que, por miedo al Ejército soviético o tras haber sido expulsados, abandonaron sus casas en los territorios que ahora son parte de Polonia, Rusia y la República Checa. Éste es uno de los puntos de fricción que aún sobreviven entre Polonia y Alemania.
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