Berlusconi saca la artillería pesada
La ruptura con el Vaticano y las agresiones a los enemigos y a la prensa dejan aislado al primer ministro - Su esposa afirma que ha caído en "el ridículo"
¿Cómo y cuándo acabará el apasionante reality político que protagoniza Silvio Berlusconi, más conocido en algunos ambientes juveniles femeninos como Papi? Toda Europa parece hacerse esta pregunta que muchos italianos ni siquiera se plantean. Aunque algunos empiezan a hacerlo. Por ejemplo, el asesor áulico de Berlusconi, Paolo Bonaiuti. Según describían ayer los medios locales, Bonaiuti le dijo este viernes a su amigo, jefe y primer ministro esta frase: "Silvio, los Gobiernos que se enfrentan a la Iglesia no duran mucho".
A esa hora, en Roma se había abierto una aguda crisis entre el jefe del Gobierno y la jerarquía de la Iglesia. Una ruptura diplomática que amenaza con abrir grietas en la mayoría conservadora, y que una fuente vaticana se atreve a calificar como "el momento más bajo y oscuro en la historia de las relaciones entre la Santa Sede y el Estado italiano".
Un manifiesto en favor de la libertad de prensa reúne ya 60.000 firmas
"Silvio, quien se enfrenta a la Iglesia no dura mucho", le dijo un amigo
Acorralado, irritado y alarmado a partes iguales, Berlusconi reunió a su muñidor en la sombra, Gianni Letta, y al bonachón de Bonaiuti. El objetivo era tratar de apagar un incendio atribuible al fuego amigo: el salvaje ataque lanzado por Il Giornale, diario propiedad de Paolo Berlusconi, contra Dino Boffo, director de L'Avvenire, periódico de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI).
La primicia de Il Giornale contaba, con inequívoco tono homófobo y prosa digna de un informe de inteligencia, que "la policía sabía desde hace años" que Boffo "tiene el viciete" de ser homosexual, y que el director del diario episcopal llegó a ser procesado por acosar a la esposa del hombre con quien mantenía una relación sentimental.
La noticia era sólo el primer cañonazo de la artillería pesada reclutada por la familia Berlusconi este verano con el fin de responder a las "infamias" dichas y publicadas, desacreditando a los disidentes en la rentrée política. Tras traspasar a Kaká, Berlusconi no reforzó el Milan, pero invirtió 15 millones de euros en un nuevo director para Il Giornale: Vittorio Feltri, veterano periodista con fama de killer de la información.
Incomprensiblemente, la primera granada de Feltri ha ido a estallar en las manos de Berlusconi y Letta en el peor momento, justo el día en que el discreto vice había organizado el reencuentro simbólico del premier con la Iglesia y la foto redentora con el número dos del Vaticano, el secretario de Estado Tarcisio Bertone, maniobra llamada a zanjar con un solo clic las críticas de curas y obispos contra el relativismo moral, y sexual, del Cavaliere.
Como respuesta a la primicia, y a pesar de que Berlusconi intentó desmarcarse como pudo de Il Giornale, la sala de prensa vaticana emitió una fulminante nota comunicando que la cena oficial, a celebrar tras la ceremonia del perdón en L'Aquila, quedaba cancelada para evitar que fuera "instrumentalizada". Y añadía una línea cruel: "El coste de la cena se destinará a las víctimas del terremoto".
Mientras tanto, Boffo, un hombre fiel al ex presidente de la CEI Camillo Ruini, principal aliado de Berlusconi en la demolición de la izquierda italiana, era respaldado sin ambages por la perpleja cúpula episcopal. "El ataque que ha recibido el doctor Boffo es un hecho repugnante y muy grave", enfatizó ayer el presidente de la CEI, Angelo Bagnasco.
De manera que, hoy por hoy, la situación política de Berlusconi no sólo parece desesperada, sino que lo es. Hasta los medios y comentaristas más comprensivos hablaban ayer de aislamiento, disparo en el pie, crisis, error fatal de cálculo.
A la guerra abierta con la jerarquía católica se suma la ruptura, en apariencia definitiva, con su mujer, Veronica Lario, que esta semana ha dado nuevas razones de perturbación a su marido. En declaraciones a la periodista Maria Latella para su libro, titulado Tendenza Veronica, la señora Lario ha hecho saber que ha tratado por todos los medios de evitar "el ridículo" a su marido, aunque no ha podido, y ha revelado que Berlusconi le mintió sin cesar durante los 10 últimos años de "relación abierta", la última vez el día que se fue a Casoria a festejar el 18º cumpleaños de Noemi Letizia.
Pese a tanto rencor, los posibles escenarios que maneja la ex pareja, escribe Latella, son todavía dos: reconciliación, previo ingreso de Berlusconi en una clínica especializada en adicción al sexo, o exilio de Lario a Suiza y reparto de bienes.
La tercera pata de la batalla es la ofensiva judicial contra La Repubblica y la prensa europea. Il Cavaliere reclama al diario de Ezio Mauro un millón de euros de indemnización por las 10 preguntas que le realizó hace meses y a las que nunca ha contestado. Además, ha anunciado querellas contra la prensa que narra sus usos y costumbres, entre otros Nouvel Observateur y EL PAÍS.
Este ataque también parece haber obtenido el efecto contrario al deseado. La oposición; asociaciones de periodistas italianos y europeos, entre ellos Reporteros sin Fronteras; organizaciones de consumidores, y varios medios han condenado el "intento de intimidación" y el "atentado a la libertad de prensa". Tras la cascada de denuncias notificada por Berlusconi y su abogado, Niccolò Ghedini, éste trató ayer de quitar hierro al asunto con un chiste revelador: "Sólo hemos recurrido a los jueces, no a los marines".
Carlo Azeglio Ciampi, ex presidente de la nación, salió al paso de la broma y advirtió: "Quien hace cosas insensatas antes o después las paga. ¿Quiere ir a un proceso sobre las cosas escritas y publicadas? Bien. ¿Con qué resultado posible, ridículo aparte?".
La reacción general es de indignación. Sesenta mil personas firmaron ayer por la tarde un manifiesto por la libertad de prensa lanzado desde la web de La Repubblica por tres juristas de prestigio. Entre otros, firman Dario Fo, Andrea Camilleri y Roberto Saviano. Éste recordó a Berlusconi que "en las democracias las preguntas nunca son injustas, sino la garantía de que los gobernantes no esconden lo que hacen".
Algunos analistas creen que asistimos al principio de un alud de fango que Berlusconi llevará a las últimas consecuencias. Giuseppe D'Avvanzo, autor de las 10 preguntas, escribía: "Berlusconi no se detendrá. Desde el patio de su casa, este poder destructivo amenaza con expandirse por el mundo agrediendo, dondequiera que estén, Francia, España, Inglaterra o EE UU, a los diarios que hablan de la crisis del Egócrata, de su irresponsabilidad y su incapacidad. (...) Lo que eso trasluce es un hombre solo, rodeado de pocos -y malos- consejeros, prisionero de sí mismo, de su delirio de potencia, de sus fábulas, incapaz de hacer las cuentas con la realidad que quiere anular".
Desde medios más favorables, como Il Sole 24 Ore, Stefano Folli criticó la táctica de vilipendiar al enemigo emprendida por Berlusconi y Feltri: "Es muy peligroso enfangar a los disidentes sobre el plano personal, sobre todo si son representantes de la prensa libre y tienen el derecho (y quizá también el deber) de criticar, como es el caso, a quien ostenta el poder político". Pero Feltri promete más madera. "Mientras los moralistas no dejen de especular sobre lo que sucede bajo las sábanas de otros", anotaba ayer, "nosotros meteremos nuestra nariz (torciéndola) bajo las suyas".
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