Los talibanes tiñen de sangre Kandahar
La explosión de un camión bomba causa 40 muertos durante la cena de Ramadán - Los primeros resultados dan una ligera ventaja a Karzai sobre su rival Abdulá
Cinco días después del cierre de las urnas en Afganistán y en medio de gravísimas acusaciones de fraude, la Comisión Electoral Independiente (CEI) rompió ayer su silencio y anunció unos primeros resultados parciales basados en el escrutinio del 10% de los colegios. Según estos datos, poco representativos, el presidente Hamid Karzai se halla en cabeza con el 40,6%, seguido de cerca por su ex ministro de Exteriores y gran rival, Abdulá Abdulá, con el 38,7%. Poco después de este anuncio y como recordatorio de la otra realidad, la de que éste es un país en guerra, estalló en Kandahar un potente camión bomba que causó la muerte de más de 40 personas y decenas de heridos.
El atentado se produjo en la puesta del sol, cuando las calles se llenan de personas que se preparan para la cena, única comida copiosa permitida en el mes de ayuno del Ramadán. Al principio hubo confusión sobre si se trataba de una sola gran explosión o de varios coches bomba. Un testigo citado por la agencia Reuters vio un restaurante en llamas y varias casas y una tienda totalmente destruidas.
"El fraude parece evidente", afirma un observador occidental
La provincia de Kandahar, cuna de los talibanes, es en teoría favorable a Karzai, pero allí apenas se habían escrutado ayer el 2% de los votos. Los portavoces de la CEI explicaron en una multitudinaria conferencia de prensa en Kabul que los candidatos disponen de 72 horas para presentar alegaciones sobre el 10% y anunciaron que en los próximos días facilitarán más porcentajes. la escenificación fue tan caótica como el resto del proceso; incluso hubo divergencias entre las cifras leídas y las proyectadas en dos pantallas gigantes.
Tras Karzai y Abdulá, el tercer candidato es el independiente de la etnia hazara y revelación de la campaña, Bamazan Bashardost, que obtiene el 9,9%, que casi triplica los del ex ministro de Finanzas, Ashraf Ghani.
Preguntados por la participación -se teme bajísima; en torno al 35%, la mitad que en 2004-, los portavoces de la CEI dijeron que aún no es posible conocerla porque faltan varias provincias en las que no ha comenzado el recuento, entre ellas Helmand y Badghis, donde están las tropas españolas. En el caso de Kabul se ha escrutado el 9,2%, pero la CEI no especifica en qué distritos, si éstos son de mayoría tayika, propensos a Abdulá, o mixtos. Lo mismo sucede con el resto de los datos.
Uno de los observadores señaló ayer a este periódico que no coincide la cifra de votos válidos (524.444) con la suma de los conseguidos por todos los candidatos (ocho mil menos). Unos 16,6 millones de afganos estaban inscritos para votar.
"Se trata de una novela por entregas. La primera tiene por objetivo calmar a la gente, dejar a Abdulá sin argumentos para convocar manifestaciones y ganar tiempo, que avance el Ramadán para que todos se sientan más cansados y con menos energía para protestar. El fraude parece evidente", asegura un occidental que exige anonimato.
Los datos ofrecidos ayer crean la ficción de que se trata de unas elecciones reñidas y de que el ex ministro de Exteriores podría estar en condiciones de forzar una segunda vuelta (ocurrirá si ninguno supera el 50%), que para él se ha convertido en la prueba de la dimensión del fraude. Poco antes del anuncio de los primeros datos oficiales, Abdulá afirmó que jamás negociará nada sobre la base de una alteración de la voluntad del pueblo. También dijo que pleiteará los resultados a través de los canales legales, pero no descartó otras medidas. Anoche pidió a sus seguidores que eviten los actos de violencia.
En los últimos días, Karzai y Abdulá se han reunido en la embajada estadounidense en Kabul con Richard Holbrooke, enviado especial del presidente Barack Obama. Los norteamericanos están furiosos por cómo se ha desarrollado el proceso y tratan de buscar una solución que salve en lo posible su legitimidad. Aunque ésta podría estar en la celebración de una segunda vuelta que calmara a Abdulá y diera la impresión de que después de todo no hubo tanto fraude, pero nadie desea correr el riesgo de mantener Afganistán dos meses más en medio de un proceso que puede causar más divisiones étnicas y muertes de soldados.
Las denuncias de fraude se acumulan en la sede de la llamada Comisión Electoral de Quejas, cuya composición -tres extranjeros y dos afganos- dependió de la ONU. Según ellos, 54 de las 800 denuncias son muy graves y podrían alterar el resultado. No es la opinión de la CEI, organizadora de los comicios. Para ellos las irregularidades detectadas no son significativas.
El año más mortífero para las tropas
Una bomba colocada junto a una carretera del sur de Afganistán acabó ayer con la vida de otros cuatro soldados estadounidenses, según informaron la OTAN y el Ejército norteamericano. Desde enero, han muerto 295 soldados extranjeros, lo que ya convierte 2009 en el año más sangriento para las tropas en los ocho años de guerra.
Hasta ahora el año más mortífero era 2008, cuando murieron 294 soldados, según la web icasualties.org, que utiliza como fuente datos oficiales. Desde marzo pasado, han muerto más efectivos extranjeros que en todo el periodo comprendido entre 2001 y 2004.
El alto mando de EE UU en Afganistán ha comunicado esta semana a la Casa Blanca que carece de efectivos suficientes para luchar con éxito contra los talibanes. El domingo pasado, el máximo comandante militar de Estados Unidos, el jefe del Estado Mayor Conjunto Mike Mullen, afirmó que la situación en Afganistán "es grave y se está deteriorando". Mullen resaltó, entre los motivos, el fortalecimiento de los talibanes. "La situación va a peor", opinó. "Y la insurgencia ha mejorado, es más sofisticada en sus tácticas", declaró Mullen.
En la actualidad, hay unos 100.000 soldados extranjeros (63.000 estadounidenses). Más de 30.000 soldados norteamericanos han llegado recientemente para reforzar la seguridad ante las elecciones presidenciales del 20 de agosto.
Los refuerzos enviados por el presidente Barack Obama, junto con las tropas británicas que ya estaban desplegadas en el sur, han lanzado una ofensiva en esa parte del país para intentar garantizar la seguridad en el territorio controlado por los talibanes, y por este motivo ha crecido el número de bajas. Desde el inicio de la guerra, más de 1.300 soldados extranjeros han perdido la vida en Afganistán.
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