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El Ayuntamiento expedienta a 12 bares en dos días de fiesta en Gràcia

Los locales de ocio aseguran que este año hay menos de la mitad de 'lateros'

Con el desalojo de las plazas no acaban los esfuerzos que el Ayuntamiento hace cada noche para mantener la tranquilidad que este año está caracterizando las fiestas de Gràcia. Cuando se van los últimos parranderos, aún patea el barrio alguno de los seis inspectores que controlan que los bares cumplan las normativas. Y, durante el primer fin de semana de fiestas, estos inspectores abrieron 12 expedientes a locales, indicó el regidor del distrito, Guillem Espriu.

Sobre estos infractores también ha caído el dispositivo municipal que se ha desplegado en el barrio durante sus fiestas, y que castiga especialmente a los vendedores ambulantes de latas. Hay menos de la mitad que el año pasado, según aseguró ayer la asociación de bares, que durante el primer fin de semana lanzó una campaña contra los lateros. Su dato se suma al que ya facilitó la Guardia Urbana, que requisó 8.000 latas e impuso 273 multas durante las dos primeras noches de celebración.

Esto no quita que, esporádicamente, un individuo aislado decida arremeter contra algo. Al menos en dos casos ese algo ha sido la luna de un escaparate. Anteayer, uno de los individuos que se cargó el vidrio tuvo que ser trasladado por los Mossos al hospital por las heridas que recibió a consecuencia de su tropelía.

Rifirrafe por una plaza

Gràcia, famosa por sus plazas, aprovechó ayer sus fiestas para inaugurar otra. Es la primera dedicada a las Dones del 36, aquellas que sufrieron la Guerra Civil y la posguerra. Pero su protagonismo en la inauguración quedó empañado por el de las verjas que enjaulan este nuevo espacio. Guillem Espriu, el edil socialista que dirige el distrito, ha decidido cerrarlo por la noche. "Una plaza tiene que ser libre, no se cierra", proclamó, en cambio, el republicano Ricard Martínez, presidente del distrito. A los dos les pitaron con estruendo unos 50 miembros de entidades del barrio, que critican la "privatización del espacio público". "Los problemas no se solucionan cerrando plazas, sino evitando que Gràcia se convierta sólo en un lugar de ocio nocturno", decía una vecina. Rebatía así el argumento del Consistorio, que con el cierre espera evitar que se reproduzcan allí los problemas nocturnos de ruido y suciedad impune de otras plazas del barrio.

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