Ciberapocalipsis
Internet es ya la mayor comunidad mundial. Más de 1.300 millones de usuarios están en contacto gracias a la Red, sobrepasando la población de China. Pero Internet no tiene un Gran Timonel, ni un Gobierno, ni leyes estrictas que lo regulen. Ésa es su mayor ventaja y una novedad para las mentes libres, cuyas opiniones han tenido que someterse a una autoridad desde los albores de la civilización.
No obstante, algunos ven precisamente en esa falta de regulación un peligro magnífico para la humanidad. La caída de Twitter durante tres horas la semana pasada en Estados Unidos ha vuelto a desatar el pánico entre los que creen que Internet es un foco de peligros, a merced de ciberdelincuentes y ciberterroristas.
Twitter, el servicio que permite a sus usuarios expresar sus estados de ánimo y lo que están haciendo en micromensajes de 140 caracteres, fue atacado por internautas rusos para bloquear los comentarios de un georgiano que ponía a parir la política de Rusia contra su antigua república. Es decir, dos manifestaciones de libertad de expresión. El problema, pues, no es de seguridad, sino técnico. Si Twitter se bloqueó es porque la red social no cuenta con las herramientas necesarias para garantizar su funcionamiento. Con 55 millones de usuarios, apenas tiene 50 empleados.
El pánico creado en torno a esta noticia, y a otras como el robo de datos en Facebook o el famoso pshising, la obtención de datos bancarios mediante el envío de correos electrónicos falsos (spam), alienta a una corriente tecnofóbica cada vez más extendida que ve en Internet el principio del apocalipsis. Claro que hay delitos y peligros en la Red, pero es mucho más seguro hacer una transferencia bancaria online a las dos de la madrugada que sacar dinero de un cajero a las doce del mediodía.
Algunos estudios han demostrado que el cibertimo es aún muy reducido. Por ejemplo, sólo uno de cada 12 millones de internautas que reciben spam pican y facilitan sus datos personales y bancarios. En realidad, no es más que el timo de la estampita puesto al día. Las estampitas son ahora correos electrónicos y las víctimas que quieren timar al presuno tonto, los más de 1.000 millones de internautas.
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