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Retratos y caricaturas con todas las de la ley

El Consistorio regulará la venta de cuadros en la plaza Mayor

Muchos de los pintores de la plaza Mayor también se han ido a la playa, donde las caricaturas parece que tienen más éxito. Los que se han quedado, apostados al comienzo de la calle de Toledo, acogen de buen grado la decisión que anunció ayer el concejal del distrito Centro, Enrique Núñez, de regular su situación. "Esto es un desastre", opina Luis Rodríguez Puñal, con casi 30 años de oficio bajo los mismos soportales: "La ley del más rápido". El Ayuntamiento quiere controlar mejor a los artistas con permiso y el lugar que ocupan en la plaza.

Aunque ayer no alcanzaban la decena, la plaza Mayor se la reparten 30 pintores con autorización del Consistorio (pagan unos 230 euros al año de tasa) para vender sus obras. Y unos cuantos más sin ella; "siete o nueve", según los artistas. Lo que quiere conseguir el Ayuntamiento antes de que termine el año es reorganizar los permisos para evitar "fraudes" y "mafias", tal y como afirmó el concejal del distrito Centro, Enrique Núñez, a Europa Press. Es decir, mantener a los artistas que exhiben sus propios trabajos y a los que hacen retratos en el acto. Y acabar con los vendedores de láminas hechas industrialmente o procedentes de galerías de arte. "Lo que quiero son pintores callejeros de verdad", apuntó Núñez.

El Ayuntamiento quiere evitar "fraudes" y "mafias" en la zona

"Eso era antes", responden ellos, los artistas, cuando se les pregunta si muchos acuden a vender obras ajenas. No tienen excesivas quejas. "Sólo conocemos a uno que viene por las noches, pero sin permiso", relata un grupo. "Hay mucha gente que no pinta aquí, así que no se sabe si los cuadros son suyos o no", apunta Alonso Linyi, chino de 50 años, veterano de la plaza.

Lo que sí quieren ellos es que su trabajo esté más ordenado. Aplauden la idea de tener puestos fijos. "Hay sitios buenos y malos", explica Linyi. Y en estos tiempos, un cliente de menos puede significar irse a casa con los bolsillos vacíos.

También hay quien pide que los permisos se concedan a los que realmente trabajen allí. Como Miguel, que lleva 11 años vendiendo sus obras sin autorización. Las dos últimas veces que se sortearon permisos se apuntó, pero no hubo suerte. Por delante de su carpeta pasa cada pocos minutos un grupo de policías municipales sin decirle nada. Cuando lo hacen, no le queda más remedio que irse a otra parte. "Hay gente con permiso que nunca viene y yo estoy aquí cada día", lamenta. "Sería bueno un foco artístico más organizado".

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