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PERDONEN QUE NO ME LEVANTE
Columna
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Desayuno para 'singles'

Me repatea utilizar el término inglés, pero he de reconocer que resulta más escueto y menos tendencioso que "personas que viven solas", "solitarios", "ocupantes de una sola vivienda", e infinitamente más sencillo que "individuos de cualquier sexo que han decidido vivir solos y que, además, están contentos". Versión esta última que es la que yo suscribiría con las dos manos, y en especial, refiriéndome a las mujeres solas, pues hemos pasado por lo nuestro para saltar, en la consideración social, de solteronas a singles, definición más pija pero más justa.

Alfred Hitchcock continúa resultando un modelo de inspiración -su cine, no sus maneras-. Los aficionados al buen cine recordarán La ventana indiscreta. El personaje masculino principal, James Stewart, inmovilizado con una pierna enyesada, se entretiene fisgando en las vidas de sus vecinos mirándoles con unos anteojos o a través de su teleobjetivo profesional. Su voyeurismo le lleva a descubrir un crimen con la ayuda de Grace Kelly, y etcétera. Pero las vidas de sus vecinos constituyen, precisamente, una de las grandes aportaciones de la película.

"De suyo y a diario, saltamos de la tostada al café y a nuestros asuntos"

La de Miss Torso, en lo que a mí respecta, amplió mi horizonte respecto a los desayunos. ¿La recuerdan -medio putilla, medio bailarina- haciendo ejercicios gimnásticos en su piso de soltera mientras se prepara un zumo, unas tostadas? Una pierna para arriba, una flexión de cintura… Aunque estaba claro que la chica y Hitchcock querían para su vida un final convencional -un marido, y a engordar-, Miss Torso nos dejó el legado de una primera colación rabiosamente individualista, que con el tiempo se ha convertido en el comienzo del día ideal para cualquier persona sola que se precie.

Porque es propio de personas que viven solas (pero que no por ello están aisladas, no por ello carecen de amigos ni de amores) no sentarse habitualmente a una mesa con todo puesto en una bandeja y alimentarnos mientras leemos el periódico. Eso nos ocurre los días de folgar. De suyo y a diario, saltamos de la tostada al café y a nuestros asuntos, asuntos que, con los años, las prejubilaciones y también un etcétera no menos plagado de suspense, cada día nos atan más al ordenador, nuestra prodigiosa ventana indiscreta global.

Y no hay nada peor para el esqueleto que doblarlo a primera hora. Por tanto, he aquí mi forma de desayunar, que os transmito por si os interesa.

Dejo la cama y doy vueltas por la casa. Es importante desentumecerse -a una edad muy cierta-, por lo que prendo el ordenador y sigo haciendo pasillos, salgo a la terraza, respiro hondo. Entonces voy a la cocina. Si puedo ducharme antes -en Beirut dependo de las horas en que estoy sin luz y sin fuerza en las tuberías del agua-, mejor; porque en la ducha se hacen movimientos que ayudan a ponerse en marcha. A continuación, la cocina. Tostador y tostada; entre tanto, busco los frutos secos -están en el armario de abajo: flexión- , los coloco en un plato y, de pie, pero bien estirada y alargando el cuello, me los voy zampando. Entonces, ¡lista la tostada! No sé a más insospechados. Buscadla con método y con rigor muscular. Cuando la halléis: flexión. Un zumo -mientras devoráis la tostada integral con su aceite de oliva-, hay que coger el exprimidor. Tanto si está en lo alto como si en lo bajo: estiramiento y flexión. Los estantes de la cocina soy muy útiles para el ejercicio.

Con el zumo y ya algo en el estómago suelo dirigirme al ordenador, que para entonces ya está perdido de apariciones que he de ir cerrando hasta poder abrir mi Internet y conocer las últimas noticias de mis amigos; luego me meto en Facebook a ver qué hay y a mandar mi primer mensaje del día, luego abro este santo periódico en su versión digital, luego repaso su edición impresa… Pero, ojo. Antes, con la naranjada y las piernas dobladas en la silla para seguir estirando mi columna (la vertebral, no la escrita), habré ingerido todas las pildoritas de que estoy necesitada. Y nada de quedarme agarrotada ante la pantalla. Paseítos intermedios.

A menudo, cuando salgo al balcón, me pregunto si alguien me estará observando, Miss Torso Caído 2009, mujer soltera y sola y contenta con su vida. Gracias, Hitchcock.

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