Mohamed VI, año diez
Mohamed VI, ahora 10 años entronizado, no ha ahondado la tímida apertura impulsada por su padre Hassan II en los últimos años de su reinado. La Constitución le otorga un poder casi ilimitado y la multiplicación de fundaciones y agencias que dependen del palacio Real restan al Gobierno y al Parlamento marroquíes algunas de sus escasas atribuciones. La irrupción electoral de una nueva formación, que goza del beneplácito del monarca, debilita aún más a los partidos políticos. El peso de las empresas vinculadas a la familia real se ha incrementado en este tiempo. Marruecos, en última instancia, se mueve, pero a paso procesional.
En este contexto, el discurso del trono aportó ayer pocas novedades. Al margen de la promesa ritual de normalizar relaciones con Argelia, el único elemento inédito anunciado por Mohamed VI es la puesta en marcha, en plazo indeterminado, de una comisión para descentralizar Marruecos -"regionalización avanzada", en palabras del rey-, comenzando por el Sáhara Occidental. Los meses venideros darán idea del alcance real de esa vaga iniciativa.
Marruecos es el país menos autoritario de África del Norte. Su monarquía, no obstante, permanece muy alejada de los sistemas políticos que imperan en una Europa que ha hecho del reino alauí su socio privilegiado en la orilla sur. Como alejada permanece la actitud de Rabat sobre los derechos humanos. Con relación a España, Mohamed VI es, pese al episodio del islote Perejil, un vecino cada vez mejor dispuesto. Lo ilustran la constante caída de la emigración irregular o la cooperación antiterrorista, un modelo entre ambas orillas del Mediterráneo. Como parte de los fastos del aniversario, el monarca ha indultado a una parte sustancial de la población carcelaria de su país. Esta medida de gracia, de proporciones correspondientes al poder del monarca, ha beneficiado a 178 españoles, vinculados mayoritariamente con el narcotráfico.
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