Las enfermeras del Marañón protestaron por su precariedad
Las empleadas de pediatría denunciaron tres veces que peligraba la calidad asistencial
En el último año y medio, las enfermeras de pediatría del hospital Gregorio Marañón han enviado tres escritos a la dirección del centro protestando por su precariedad (carencia de personal y escasa cualificación), la falta de especialización y la rotación constante entre áreas que requieren distinta formación. En cuidados intensivos de neonatología murió el pasado lunes Ryan, un bebé prematuro hijo de Dalila, la primera víctima de la nueva gripe en España. Una enfermera con un contrato temporal de seis meses, recién llegada a la unidad, le inyectó en vena la alimentación que debía haber entrado por la sonda que alcanzaba el estómago del pequeño, de 28 semanas. El gerente del Gregorio Marañón, Antonio Barba, lo presentó como "una gravísima negligencia que no tiene excusa".
El texto advertía de "la disminución de personal cualificado"
"El aumento de la carga de trabajo, el escaso personal y el alto porcentaje de enfermeros de nueva contratación aumentan el riesgo de errores humanos y sus posibles consecuencias", escribe el 1 de enero de 2008 el personal de enfermería del turno de noche de la UCI pediátrica de la maternidad. En la carta, dirigida a la subdirectora del área, se denunciaba que, a pesar de la complejidad de las técnicas utilizadas en su unidad y el alto porcentaje de pacientes que debían atender -muchos, en situación de riesgo vital-, su turno contaba con un 33% menos de plantilla que el de mañana y tarde. "No podemos hacernos responsables de la calidad de los cuidados de enfermería que se están prestando en la unidad durante el turno de noche, y de las consecuencias para la salud de nuestros pacientes", prosiguen.En el documento también se protestaba por los problemas de las enfermeras para asistir a cursos. El equipo aseguraba que tenía un plan de trabajo que consumía todo su tiempo y no daba lugar a ocuparse del desarrollo profesional. "Hace dos años", ejemplificaba, "se planificaron cuatro módulos de formación obligatoria para todas las enfermeras. Hasta el momento sólo se ha impartido uno, y, dado el cambio constante del personal, no ha sido recibido por la plantilla incorporada en el último año y medio".
El 6 de junio de 2008, el personal de enfermería de neonatología envió otra nota, publicada ayer por El Mundo, a la jefa de la unidad de cuidados intensivos neonatales y a la de la unidad de enfermería de cuidados medios. El gerente del hospital, Antonio Barba, recibió una copia. Al igual que en la carta anterior, se hacía hincapié en los problemas del servicio para garantizar sus funciones. En su sección, poco más de un año después, el bebé Ryan moría por un error.
En el texto se advertía de "la disminución del personal de enfermería cualificado en la unidad de neonatología" y de la "grave repercusión asistencial que ocasiona en la unidad". Se resaltaba la "absoluta necesidad" de una formación más adecuada.
Como en la primera carta, las enfermeras subrayaban lo difícil que les resultaba formarse. Indicaban que es "absolutamente necesario que el personal de enfermería que cuida a los recién nacidos de esta unidad sea cualificado". Según explican, el aprendizaje de una enfermera depende de la propia práctica laboral en las distintas unidades, de su estudio personal y de lo que le puedan enseñar en cursos específicos las enfermeras con más experiencia. "Lo que parece poco probable", concluyen, "es que en las condiciones laborales descritas (personal de gran movilidad y alta presión asistencial), las enfermeras dispongamos de unas condiciones mínimas para poder impartir esta docencia". El equipo del área donde murió el bebé de Dalila se declara consciente de sus limitaciones. "Sentimos una gran preocupación por la calidad asistencial y seguridad que podamos ofertar a nuestros pacientes y sus familias", concluyen.
La tercera carta de protesta es de enero de este año. La firma el personal de enfermería de la unidad C de hospitalización de la maternidad, dedicada a cuidar de los niños enfermos del corazón. Protestan, en la misma línea que las otras dos reclamaciones, por la carencia de recursos "técnicos y humanos" de la unidad, cuyos pacientes sufren dolencias extremadamente graves, poniendo en primer término la importancia de su función: garantizar la "seguridad" de este tipo de pacientes.
Señalaban en su queja que los problemas de recursos solamente se estaban atenuando gracias a su sobreesfuerzo: "Los cuidados que requieren los pacientes infantiles cada día han ido requiriendo por nuestra parte una mayor dedicación, así como permanecer a pie de cama mucho más tiempo".
En los párrafos finales de la carta quedó escrita una afirmación: "Los cuidados de enfermería no pueden quedar a expensas de la intuición, la experiencia o habilidad de las personas a quienes corresponde administrarlos, sino que deben ser resultado de una práctica estudiada y expresada en unas normas de actuación".
Fuentes del comité de empresa afirman que en ocasiones puntuales se reforzaba el servicio. "Pero los problemas persisten", indicaron. La respuesta de los responsables, afirmaban, es que se estaban tramitando las mejoras. Por su parte, un portavoz del centro se negó a comentar los escritos y una portavoz de la Consejería de Sanidad remitió al hospital.
Más información en la página 38
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