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La nueva financiación autonómica

El pacto del túnel de Vallvidrera

Veinte llamadas entre Zapatero, Montilla y la dirección de ERC cerraron el acuerdo

Miquel Noguer

"Presidente, tenemos un problema de primer orden". Joan Puigcercós y Joan Ridao no se anduvieron con rodeos el pasado viernes ante José Montilla en el Palau de la Generalitat. La suya no era una advertencia cualquiera. Hacía ya más de 12 horas desde las primeras noticias de acuerdo entre el Gobierno y la Generalitat por la financiación y Esquerra seguía amenazando con descolgarse con todas sus consecuencias. "Fue el momento más crítico", admiten fuentes de la negociación.

De poco sirvieron los argumentos del cuarto asistente a la reunión, el consejero Antoni Castells, quien recordó que el tripartito se había plantado ya dos veces ante un mal acuerdo. A ERC no le bastaban los 3.400 millones que garantizaba el pacto cerrado el jueves entre el consejero y la ministra Elena Salgado. Puigcercós y Joan Ridao necesitaban exhibir a su militancia un acuerdo con 3.800 millones, el compromiso que habían adquirido públicamente los republicanos. Una vez más, el tripartito se asomaba al abismo.

Pero las cosas comenzaron a enderezarse la misma noche del viernes. Otra reunión en el Palau de la Generalitat, esta vez en el despacho del presidente, sirvió para que Montilla y Castells accedieran a la petición de ERC de negociar por su cuenta con el Gobierno algunos flecos del acuerdo. Había poco que perder, debieron de pensar. Por eso el propio Montilla descolgó el teléfono para pedir a José Luis Rodríguez Zapatero consideración hacia ERC. Después cenó en la casa dels Canonges con sus dos hombres de confianza en el PSC: Miquel Iceta y José Zaragoza. Una cena frugal, a la espera de resultados.

Éstos llegaron antes de lo previsto. Poco antes de las once de la noche, Joan Ridao, de camino a casa, recibía una primera llamada al móvil mientras cruzaba con su coche los túneles de Vallvidrera. Era la ministra Salgado. Y estaba dispuesta a negociar. Ridao paró el coche en el peaje para hablar más tranquilamente. "En esta primera llamada la cifra subió ya unas decenas de millones", aseguran fuentes republicanas. Había margen para el acuerdo. Ridao y Salgado, que siempre han presumido de tener buena relación, quedaron para seguir hablando el sábado. "A primera hora te llamo", dijo Salgado. "¿A primera hora madrileña?" le inquirió un Ridao acostumbrado a la impuntualidad de la capital. "A las nueve; hora montañera". Y así fue.

En el móvil de Ridao y en los teléfonos de la sede de ERC constan una veintena de llamadas entre la ministra y la dirección republicana durante la jornada del sábado. Fue maratoniano. También hubo dos contactos con José Luis Rodríguez Zapatero. Fue él quien propuso incrementar en 50 millones la cifra en virtud de la realidad bilingüe de Cataluña. Y la cifra fue subiendo, aun a costa de que parte del dinero extra estuviera fuera del modelo. Así, se pactó una partida de 370 millones para transportes metropolitanos y para nuevos convoyes de Cercanías. El modelo del Estatuto no habla de estos conceptos, pero lo importante para ERC era sumar.

Buena prueba de que las cosas funcionaban fue que el PSC se atreviera el sábado por la tarde a exhibir a bombo y platillo las cifras de un acuerdo que el día antes el tripartito insistía en desmentir. El riesgo de un no de ERC, fatal para la financiación, letal para el tripartito, comenzaba a desvanecerse. Miquel Iceta hizo política de bisturí ante los periodistas. "Las cifras pueden estar sujetas a alguna variación". Las calculadoras seguían echando humo en ERC. El sábado por la noche, Zapatero y Montilla hablan de nuevo. El enésimo ajuste en el modelo hace más digerible el pacto para ERC. El republicano era un hecho y sólo faltaba la ratificación de su ejecutiva. Acababan las 48 horas del tripartito en las que éste se asomó al abismo.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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