Los bueyes de carreta de siempre
Toros de Miura o bueyes de carreta. Así se fueron por el negro túnel del desolladero. Se salva el quinto, aunque no el tercero, de nombre Ermitaño, ese toro que en el encierro de la mañana repartió cornadas a destajo a los corredores.
Los toreros Juan José Padilla y Jesús Millán, vulgares hasta decir basta.
Todo lo contrario la actuación de Rafaelillo en su segundo. Se comportó como un torero valiente. Bien con el capote, y demostrando con la muleta una gran disposición. Exhibió un valor seco, hondo. Se comportó con arrojo, muy firme. Al entrar a matar, después de un metisaca, el toro se lastimó una mano. No pudo por ello refrendar con la espada lo que se había ganado con creces con el corazón. Mas dio la vuelta al ruedo con toda justicia. Fue una vuelta al ruedo de las de verdad, despaciosa y redonda como una lágrima. Honores para un torero valiente.
Miura / Padilla, Rafaelillo, Millán
Toros de Eduardo Miura: bueyes, mulotauros, manejable el quinto.
Juan José Padilla: silencio; silencio.
Rafaelillo: silencio; vuelta al ruedo.
Jesús Millán: silencio; silencio.
Plaza de toros de Pamplona. 8ª de abono. 12 de julio. Lleno
Sembrando trigo
La falta de fundamento fuera de ese quinto toro, y algunos retazos del segundo, también de Rafaelillo, no queda sino aludir al oficio de cronista de toros. A veces, con las prisas, por no rebasar las horas de cierre, a las crónicas de toros se las pueden definir como un montón de palabras a la deriva. Algo parecido a la actuación de ayer de los diestros Padilla y Millán.
Punto y aparte merece Juan José Padilla, el llamado Ciclón de Jerez, quien en un coloquio a la mañana llegó a decir que él no engaña al público. Y efectivamente ayer su actuación no tuvo las dosis de engañifa que ha tenido otros años, por lo que ha salido triunfador de la plaza. Ayer no apeló a ninguna suerte de engaño. Estuvo honrado y honesto con el material inservible que le tocó. Reconozcamos que cumplió con la palabra de que él no sale a engañar. En alguna ocasión se le puede incluir el dicho popular: "Trigo pensé sembrar y me salió un amapolar".
Pero volvamos a las cosas serias. Tanto los toreros ya maduros como los que empiezan deberían apercibirse de que lo más perdurable de la tauromaquia es el estilo personal. El estilo es la inversión más valiosa que un torero puede hacer de su tiempo.
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