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Empresarios agrícolas recortan el salario a los braceros inmigrantes

El granizo y la crisis amenazan el empleo de 14.000 temporeros sin papeles

"Me pagan menos por culpa de los bancos, que ya no dan créditos", suspira Nardin Ahman, que lleva seis semanas recolectando melocotones a precio de saldo y sólo se toma 10 minutos de descanso antes de reanudar la tarea. Es mediodía en Móra d'Ebre (Ribera d'Ebre) y el joven argelino, de 25 años, coloca entre hierbajos varios cartones que emplea como almohada. Sus piernas sirven de banquete a los mosquitos de la ribera y la pausa no le ha bastado para comer. Pero sólo le preocupa la crisis.

Los granizos de las últimas semanas y la afluencia masiva de inmigrantes que antaño no necesitaban ganarse un jornal entre frutales han convertido a Nardin en un afortunado. Otros 14.000 extranjeros, calcula CC OO, se quedarán sin empleo en la recolección. Nardin trabaja, aunque su sueldo ha caído en picado a su paso por Tarragona. Los siete euros por hora que le pagaron el año pasado se han quedado en 4,50.

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También en eso ha tenido suerte: la ansiedad por hallar empleo ha desatado una guerra de salarios. "Hay cuadrillas que se ofrecen a dos euros la hora, cuando el convenio fija seis euros", explica Valentín Antúnez, de CC OO. "Los empresarios usan el pretexto de la crisis para pagar menos. Hay más mano de obra y eso les da poder para abusar de los temporeros", resume una portavoz de SOS Racisme.

La entidad advierte de que la situación irá a más. Cuando llegue la época fuerte de la recolección, a principios de agosto, la caída salarial de los braceros puede ser alarmante. En 2008 unas 8.000 personas lograron empleo en la recolección de forma irregular. CC OO calcula que este año serán al menos 14.000, pero tendrán muy poco que hacer. "Quien llegue sin tener un contrato se quedará mano sobre mano. Ya no hay hueco para más", advierte Valentín. Los que lleguen, probablemente, sólo contribuirán a recortar el salario de los demás.

"La ingenuidad de los temporeros facilita estos recortes. Están muy desprotegidos", añade SOS Racisme. Y Nardin asiente. "Es normal, a todos les pagan menos". Samuel, senegalés con la cara cubierta de moscas, se irá de Cataluña con 400 euros menos que el año anterior por realizar el mismo trabajo. Su jefe se quedará con casi 6.000 euros de más, a razón del ajuste salarial practicado a la quincena de braceros que emplea, todos indocumentados. El recorte llegó al empezar la segunda jornada de recolección. "El jefe dijo que había otros interesados y me preguntó si me parecía bien. Si protesto coge a otro". A lo lejos ronda un viejo conocido, también de Senegal. Se acerca a la masía cada mañana con la esperanza de que un paisano se harte de cobrar menos que el pasado verano. Si eso ocurre, él tomará su puesto sin pensárselo.

"Nadie se quejará", vaticina Samuel. "El jefe nos da una oportunidad. Si no, ¿de qué vivimos?", dice antes de negarse a dar más explicaciones. "El jefe es bueno, pero no quiere problemas", se excusa. La patronal también ha detectado la llegada de cuadrillas que revientan precios para encontrar trabajo. "Pero no tenemos constancia de que ningún empresario les contrate", puntualiza el coordinador de Unió de Pagesos (UP), Josep Cabré. "Aunque si alguien los emplea, hace mal", lamenta. La afluencia de braceros se nutre directamente del desplome en el sector de la construcción, añade la patronal. "La mayoría han pasado el invierno en el paro y llegan con mucha necesidad de trabajar", detalla Cabré.

Temporeros senegaleses  en la comarca de la Ribera d'Ebre (Tarragona).
Temporeros senegaleses en la comarca de la Ribera d'Ebre (Tarragona).JOSEP LLUÍS SELLART

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