'Chill out', que ya es verano
Dos chiringuitos con estilo para disfrutar de la playa en Sitges
Mirando la lámina quieta azul brillante, uno no necesita ser vidente para constatar un vínculo invisible entre Sitges e Ibiza. El ambiente fue, tradicionalmente, bohemio y tolerante en la comarca barcelonesa del Garraf. Lejos de la típica estampa de la iglesia y la playa donde se localiza el Chiringuito (que dio nombre universal a este tipo de local veraniego) se singularizan dos terrazas: Sausalito y Alberto Beach Club. En ellas, el playero puede reclinarse en una hamaca, escuchar música y realizar un gesto tan inequívocamente ibicenco cual es alzar la mano para que acuda el camarero. Pese a la regeneración acometida tras los temporales invernales, ninguna de las dos playas anda sobrada de arena.
Sausalito, a la altura de la calle de Roma, celebró la semana pasada cuatro lustros alegrando el veraneo en la playa de la Barra. La terraza fue consecuencia de un viaje de cinco amigos a la isla Pitiusa, si bien el nombre, por eufónico, fue elegido tras el viaje de otro coleguita a la bahía de San Francisco (EE UU). Dos hileras de hamacas dibujan un suave semicírculo frente al único local de obra de esta franja litoral: el antiguo almacén de barcas y artes de pesca que hoy usufructúa el bar desde donde Artur Puighibet mueve los hilos de la hostelería. Las mesas de la terraza se apoyan en el muro del paseo y las cañas se sirven, de 10.30 a 20.00, a golpe de chill out y fussion. Más allá, las duchas y el campo de voleibol.
Sausalito es frecuentado por familias, y un porcentaje significativo de su clientela es gay, pues estamos en uno de los dos grandes enclaves costeros gays de España (el otro es Maspalomas, en Gran Canaria). En Sausalito se le asigna a cada cliente un número de cuenta y en el momento de su marcha se contabiliza el total (en efectivo).
A 700 metros se halla, en la playa de L'Estanyol, junto al restaurante Kansas, el Alberto Beach Club, seductor chiringuito por lo que tiene de cool y neohippy. Su logotipo: una calavera tocada con gafas de sol y sombrero de ala ancha, en la que las tibias cruzadas se han reemplazado por una hamaca y una sombrilla. Alberto González pasa por ser uno de los mejores relaciones públicas de Sitges, y quizá por ello sus clientes formen parte, horas después, del glamour de la noche. De Bali importó los paneles de bambú que conforman su chiringuito. Dispone de 120 hamacas (tres dobles) y dos dj's en horario de 15.00 a 19.00. "El perfil de cliente es el de Ibiza, Miconos y Saint-Tropez, y aquí se fusiona el chill out con el sonido de las olas del mar", dice. Los masajistas hacen el resto. Ambas terrazas cierran al caer el sol.
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