La crisis pasa factura al cuerpo
El paro no es un virus, pero enferma: cefaleas, ansiedad, depresión.- El número de consultas de atención primaria directamente relacionadas con la recesión económica se multiplica.
Me he quedado en la calle después de casi 30 años en la empresa y me temo que sin la menor posibilidad de volver. En mi vida me he sentido tan inútil y acabado. El médico de cabecera no sabe qué hacer conmigo y me ha remitido al psiquiatra, pero éste no me va a devolver mi trabajo. Nuestra situación económica familiar, al menos todavía, no es desesperante, pero soy yo el que está desesperado". El que habla es Jesús F. S., de 57 años, jefe de obra en una constructora madrileña que ha tenido que reducir su plantilla a casi la mitad de los empleados. Muchos de los casi cinco millones de españoles que están en paro se sienten como él.
De hecho, los médicos de familia o de atención primaria, que constituyen el primer escalón de acceso a la sanidad pública, constatan un notable incremento en el número de consultas directamente relacionadas con la crisis y todos sus efectos. Así se desprende de unas conclusiones de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC) basadas en observaciones llevadas a cabo desde que comenzó la recesión económica.
Perder el trabajo produce un estrés de 47 puntos sobre un máximo de 100
Cefaleas o dolores de cabeza, trastornos digestivos, dolores musculares y articulares, fatiga y agotamiento, inmunosupresión o bajada de defensas y, por tanto, mayor vulnerabilidad a contraer cualquier enfermedad son algunos de los principales motivos de consulta en el plano somático u orgánico. En el orden mental, psicológico o emocional se observa una exacerbación de las patologías en quienes ya las sufrían, especialmente en cuanto a cuadros de ansiedad, depresión y todo tipo de dependencias, así como la aparición de estos trastornos por primera vez.
Como advierte el psicólogo Francisco Rodríguez, profesor de neuropsicología de la Universidad Autónoma de Madrid, aún no hay estudios que evalúen el impacto de esta crisis en la salud de la población, pero "sí hay una percepción inequívoca y real por parte de los médicos de familia de que están aumentando las consultas por problemas de salud mental y somatizaciones asociados a la nueva realidad laboral".
La falta de expectativas de recuperar o reencontrar empleo, las dificultades económicas domésticas, la pérdida de bienestar social... son elementos estresantes que modifican la conducta humana para adaptarla al cambio.
"En realidad, el estrés es una respuesta fisiológica para que la persona intente adaptarse y ajustarse a las presiones internas y externas. Para que se dé, debe haber un elemento estresante o estresor, que actuaría como el inductor de la reacción. La naturaleza del estresor puede ser muy variada: una situación personal delicada, algo que afecte a un ser querido, un problema de salud... Y el estrés no es siempre negativo, como generalmente se cree. Hay un eutrés o norestrés, que es positivo, al producirse una reacción fisiológica con liberación de adrenalina y otras sustancias ante situaciones como, por ejemplo, tener un hijo o que te toque la lotería", afirma Rodríguez.
Escala de malestar
Sin embargo, el experto de la Universidad Autónoma de Madrid alerta sobre el distrés o estrés negativo, que sí genera situaciones patológicas.
"En psicología, las situaciones estresantes suelen clasificarse según una escala que va de 0 a 100 puntos. Así, la separación o el divorcio tiene un valor de 70, perder el trabajo se quedaría en 47, y los problemas económicos, la conflictividad laboral o el cambio en el tipo de actividad laboral alcanzarían 38 puntos. Sin embargo, la energía que se requiere para esa adaptación es limitada y aparecen los primeros síntomas de alarma, que suelen ser generalmente una mala alimentación y las alteraciones en el sueño", explica Rodríguez.
Según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el paro y los problemas económicos son lo que más preocupa a los españoles en estos momentos. Diferentes análisis y observaciones señalan que, en tiempos de crisis como los que vivimos, lo que más le quita el sueño y perturba al 75% de la población es el trabajo y el dinero. Se convierten así en los primeros elementos estresores.
"Son muy malos tiempos para la salud", asegura el doctor August Coromines, catedrático de inmunología del Hospital Universitario Germans Trías i Pujol de Barcelona, que ha elaborado con el psicólogo Francisco Rodríguez, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, un informe donde se recogen todos estos datos.
El doctor Coromines hace referencia a un metaanálisis que recoge las conclusiones de más de 300 estudios sobre los efectos que el distrés o estrés negativo sostenido tiene en el sistema inmunológico o defensivo. Este informe revela que "tiene una negativa repercusión sobre los glóbulos blancos y nos hace mucho más vulnerables ante las enfermedades".
El doctor Gerardo López, médico de familia en el Centro de Salud Barrio del Pilar de Madrid, comparte la opinión de los anteriores interlocutores: "Es dramática la situación a la que estamos asistiendo. Pero no sólo aumenta de número de consultas, sino que cuando por razones plenamente justificadas recetamos medicamentos algo caros, hay pacientes que acuden de nuevo a decirnos que no siguen el tratamiento porque no pueden comprarlo".
Un estudio de 1998 de la Universidad de Harvard (Massachu-
ssets, EE UU) determinaba que las cinco enfermedades mundiales más comunes previstas para 2020 estarían relacionadas con el estrés como factor inmunodepresor: cardiopatías, depresión, accidentes de tráfico, derrames cerebrales y enfermedades crónicas pulmonares.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.