Operación Albertina: salvar el arte
Filtraciones de agua obligan a una rocambolesca evacuación de un millón de obras en el museo.- La colección incluye a maestros como Durero, Rembrandt o Picasso
Hasta el miércoles, el Albertina, fascinante caja fuerte de las obras de algunos de los mayores maestros de la historia del arte como Durero, Rembrandt, Rubens, Picasso, Monet o Schiele, era admirado como el museo con el depósito más moderno y seguro del mundo. Pero el agua acabó con el mito. Dos mil litros inundaron el búnker gigantesco que se construyó bajo el bastión del palacio barroco Albertina metiendo el miedo en el cuerpo a los responsables del museo vienés y, de paso, a todos los aficionados al arte.
El famoso depósito del Albertina, cuya construcción en 2003 costó más de cinco millones de euros, dispone de un sofisticado sistema electrónico que gestiona tanto el control de cambios de temperatura como las actividades físicas de archivo y vigilancia de la colección. "Parecía el lugar más seguro contra riesgos de incendios o de robos, y a nadie se le hubiera ocurrido pensar que algo tan ridículo como la filtración de agua pudiera suponer un peligro", dijo el director del Albertina, Klaus Albrecht Schröder, quien reconoce ahora que no ha sido una buena idea dejar el irreemplazable tesoro completamente en manos de un robot.
El sistema de seguridad retrasó siete horas el acceso al búnker
El caudal del Danubio y de otros ríos de Europa Central aumentó en los últimos días a raíz de las torrenciales lluvias, causando numerosas inundaciones en la región. En principio no había motivo para temer por el museo Albertina, situado en pleno casco histórico de Viena y lejos del río. Pero el miércoles, poco antes de las nueve de la mañana, sonó la alarma automática del depósito del museo. Unos tres minutos más tarde el personal se llevó un susto cuando entró en el almacén, que es "como una inmensa catedral de 140 metros de largo, 16 de ancho y 15 metros de altura", según la descripción de Schröder. El suelo estaba cubierto por dos o tres centímetros de agua. Había más de 2.000 litros, "como unas 200 bañeras llenas", en palabras del director del museo. Varias cajas de cartón que protegen las láminas de arte ya estaban reblandecidas.
Schröder sostiene que ninguna de las obras sufrió daños. No obstante, urgía ponerlas a salvo, no sólo del agua sino del aumento de la humedad atmosférica. Pero durante siete horas no se pudo hacer nada. No era posible sin ayuda del robot, que en ese momento hubo que desconectar por riesgo de cortocircuitos en los conductos de corriente de 380 voltios necesaria para su funcionamiento. Schröder admite que sus nervios estaban de punta al ver el tesoro en peligro y sentir durante siete largas horas toda la impotencia del mundo... por culpa de una computadora.
Las gigantescas estanterías del búnker vienés no sólo son altísimas, sino que carecen de corredores por donde puedan acceder seres humanos. Únicamente hay lugar para los brazos mecánicos del robot, porque de esta forma el almacén puede dar cabida a más de un millón de cuadros y además garantiza un sistema de climatización con mínimo gasto de energía. Normalmente, basta programar el sistema ideado por la empresa Ecolog para que, en apenas unos minutos, el robot sirva en bandeja las obras requeridas sin necesidad de presencia física humana.
En la evacuación ha vuelto a funcionar el sistema electrónico. "Basta teclear en el programa un nombre, 'Klimt' por ejemplo, para que el robot nos entregue de inmediato el total de sus obras del almacén". Las obras más valiosas, desde los picassos hasta los dureros, fueron las primeras en ser puestas a salvo. En las tareas de salvamento participaron todos los empleados del Albertina, con ayuda de unas 70 personas contratadas de una empresa de transporte de obras de arte, secundadas por un amplio dispositivo de la policía.
El fallo, según Schröder, no era de este sistema electrónico, sino de la coraza de hormigón. Se supone que el agua se filtró por las fisuras de las tapas del techo que dan a una terraza. Él mismo explicó que el defecto concreto no ha sido identificado aún, que la evacuación de las 950.000 obras tardará todavía unos 10 días y que, para empezar, serán trasladadas a otros recintos del mismo museo y luego se verá si es necesario almacenarlas por un periodo de tiempo más largo para reparar los daños de la construcción. "Los costes de un año en otros almacenes podrían elevarse a más de medio millón de euros", dijo el director.
Pero esta Operación Albertina de evacuación de casi un millón de obras de arte tiene un precedente, y ocurrió aquí mismo. El museo vienés vio en peligro su colección en 1992, cuando se incendió la sala Redoutenaal del Palacio Imperial Hofburg, situado a su lado. Entonces, las obras fueron puestas a salvo en tiempo récord en los sótanos de la Biblioteca Nacional de Austria.
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