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Cuentas del Estado

España es el segundo país de la zona euro que menos grava el consumo

La recaudación supone el 15,9% del gasto familiar, frente a una media del 21,5%

Andreu Missé

La presión fiscal en España continúa todavía por debajo de la media europea a pesar del crecimiento sostenido de los últimos años. Las mayores diferencias se dan en los impuestos que gravan el consumo, según un estudio de Eurostat, la oficina estadística europea, divulgado ayer. España es el país con la imposición sobre el consumo más baja de la Unión, equivalente al 9,5% del producto interior bruto (PIB), lo que representa 2,9 puntos por debajo de la media comunitaria, de acuerdo con ese informe.

Los autores prefieren medir esta presión fiscal sobre el consumo con el indicador Tasa de Imposición Implícita, que mide el peso de los ingresos de los impuestos al consumo sobre el gasto final del consumo de las familias. En el caso de España, este indicador es del 15,9%, el segundo más bajo de la zona euro, sólo superado por Grecia. La media de la eurozona es del 21,5%.

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Si se tiene en cuenta toda la tributación en su conjunto, España también se sitúa por debajo de la media comunitaria. En 2007, la recaudación de impuestos y cotizaciones sociales representó el 37,1% del PIB español. En el mismo año la presión fiscal en los Veintisiete fue del 39,8% y del 40,4% en la zona euro. La brecha es aun mayor ahora, pues la crisis ha hecho descender la presión fiscal española al 32,8% en 2008, según los últimos datos del Ministerio de Economía.

El único elemento que se desmarca de la tónica general a la baja es la tributación de las empresas. Los beneficios de las compañías españolas figuran en el quinto lugar de la clasificación de las que soportan tipos impositivos teóricos más altos. En 2009, el tipo general es del 30% frente al 23,5% de media de la Unión. Aunque España lo ha reducido desde 35% en 2000 (25% para las pymes), la mayoría de países europeos han aplicado correcciones más intensas. Alemania, por ejemplo, que tenía un tipo del 51,6% en 2000, ha dejado el máximo en el 29,8%. Italia también lo ha reducido del 41,3% al 31,4%.

A la vista de estos datos, España tendría todavía cierto margen para aumentar la recaudación impositiva para reconducir el déficit público, que puede alcanzar el 10% el año próximo, según el Banco de España y otros expertos, y situarlo en el 3% en 2012, tal como se ha comprometido en Bruselas en virtud del Pacto de Estabilidad.

El fuerte aumento de los déficit ha abierto el debate fiscal en Europa. Mientras el primer ministro finlandés, Matti Vanhanen, abogaba hace unos días "por un aumento de los impuestos en armonía" en los distintos países de la UE, el presidente francés Nicolas Sarkozy aseguró ayer: "No aumentaría los impuestos porque esto alargaría la salida de la crisis".

Hay que tener en cuenta que las diferencias fiscales entre España y la media de la Unión Europea se han acortado en los últimos años. Mientras la presión se ha reducido ligeramente en Europa desde el 40,6% en 2000, en España ha aumentado sostenidamente desde el 33,9% en que se situaba aquel año hasta 2007.

En España se pagan menos impuestos, pero también es cierto que el nivel de gasto social (el 20,9% del PIB, seis puntos menos que la media de los Veintisiete en 2006) y de prestaciones es inferior. El problema es que España mantiene esta diferencia invariable desde 2000, al contrario de lo que sucede con la presión fiscal.

Con independencia del fraude, los menores ingresos tributarios en España se deben en buena medida a la baja recaudación por impuestos indirectos (IVA, tabaco, hidrocarburos...). Son los terceros más bajos de la UE en relación con el PIB. El estudio de Eurostat atribuye la menor recaudación al tipo del IVA del 16% y a los dos tramos reducidos del 4% y 7%, para determinados productos que, según los autores, son tipos "bajos en relación con los estándares europeos".

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