Una embotelladora que no hace aguas
Aigua del Montseny amplía capital
Carme Ninou, presidenta de la empresa embotelladora Aigua del Montseny, muestra con gran delicadeza una botellita esférica que simula una burbuja cristalina con un llamativo H20 inscrito en la etiqueta. "La llamamos molécula y la sacaremos al mercado el próximo julio", avanza Ninou. Un cuidado diseño para un nuevo producto con el que la empresa quiere proseguir con su expansión en el saturado mercado de las aguas embotelladas.
Aigua del Montseny ha ido creciendo a paso lento y ha sido precisamente cuando la economía ha empezado a hacer aguas cuando ha registrado sus mayores incrementos de facturación, superiores al 30%. Así, los 7,3 millones de euros facturados en 2006 se dispararon hasta los 13,4 en 2008. Unas cifras que Ninou atribuye, en gran medida, a la "calidad" del producto que la compañía pone al mercado. "¿Quién dice que el agua carece de sabor y de aroma? Los minerales que contiene el agua, el suelo por el que discurre... hay muchos factores que definen el sabor del agua y no hay duda de que los mejores manantiales de Cataluña están en el Montseny. Haya o no haya crisis, el consumidor es sibarita y aprecia un agua de calidad", afirma Ninou.
Aportaciones de los socios evitan a la empresa endeudarse con los bancos
Nacida a los pies del macizo del Montseny (los abuelos de Carme Ninou iniciaron el negocio en 1959 con la explotación del manantial de Sant Antoni, en Sant Esteve de Palautordera), la empresa fue pionera en Europa en purificar el agua con ozono para realzar sus cualidades naturales y evitar la proliferación de microorganismos.
Ninou destaca con orgullo que la empresa ha crecido, y sigue haciéndolo en momentos de crisis, sin necesidad de perder su carácter familiar. Ella representa a la tercera generación y recuerda cómo aquel pequeño negocio levantado por sus abuelos iba generando unos beneficios que permitieron reunir el capital para adquirir, en 1996, unos terrenos en Espinelves de cuyos pozos emana el agua que la empresa embotella bajo la etiqueta de Aiguaneu.
La compañía cuenta hoy con dos plantas embotelladoras, da empleo a un centenar de trabajadores y envasa 150 millones de litros de agua al año. Y la recesión económica, aunque le ha obligado a bajar precios y a producir para marcas blancas, no frena sus proyectos de inversión. Cuando el sector financiero "ha cerrado el grifo", dice Ninou, "hemos optado por una fórmula que nos evita un endeudamiento excesivo con los bancos y nos permite contar con recursos propios suficientes, algo necesario en coyunturas de crisis": la empresa, con aportaciones de los socios -miembros de la familia- ha ampliado capital en 1.362.000 euros, pasando a contar con unos fondos propios que suman cuatro millones de euros. Es un capital que se destinará a crear nuevas líneas productivas y a reforzar el negocio en un segmento en auge, el de los envases para abastecer las fuentes instaladas en oficinas. Un filón que la compañía quiere explotar y que, confía Ninou, ayudará a mantenerla a flote mientras espera que la crisis sea pronto agua pasada.
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