La odisea del licenciado inmigrante
La Universidad sólo reconoce los títulos extranjeros para hacer masters
Ina Konovalova tiene ocho años de experiencia como empleada del hogar. Los mismos que lleva en Galicia. En Rusia dejó a su familia y el recuerdo de casi una década de trabajo en un hospital como enfermera y auxiliar de anestesista. A A Coruña se trajo a su hija de 15 años y un título universitario que no le sirve de nada. Tiene que homologarlo y le contaron que el proceso era lento. Por eso fue retrasando los trámites. Pero ya está cansada. En unos días, emprenderá la odisea que en 2008 iniciaron en Galicia 585 inmigrantes con un objetivo aparentemente sencillo: que el Ministerio de Educación certifique las aptitudes que les reconocieron en sus países.
"Estoy harta de limpiar casas. En Rusia estudié muchísimo y me gusta mi trabajo. Es mi profesión y quiero dedicarme a ella". Ina, de 33 años, no pierde la esperanza, pero teme la lentitud burocrática, que conoce a la perfección. Se casó con un gallego en 2006 y todavía no ha conseguido la doble nacionalidad. Sabe que todos los trámites que emprende chocan con las dificultades que entraña pertenecer a un país que no forma parte de la Unión Europea. Con la homologación hay demora añadida.
585 inmigrantes pidieron en 2008 la homologación de su título
Bolonia agilizará el trámite entre países del Espacio Europeo de Educación
En el Área de Alta Inspección de Educación de Galicia, la institución que gestiona las solicitudes desde 1981, explican que el camino hacia la homologación es lento y largo. "Cuando los inmigrantes nos entregan la documentación necesaria [el título y el certificado de estudios de los años cursados] nosotros la remitimos al Ministerio de Educación. Allí, un comité de expertos analiza el programa de asignaturas y decide si se corresponde con el de la misma carrera en España", cuenta el director de la Alta Inspección, José Antonio López Blanco.
La respuesta final puede tardar hasta dos años. Sin contar imprevistos burocráticos, claro. A veces el ministerio necesita más información de la que le remite la Alta Inspección para evaluar la homologación del título. Por eso, Blanco recomienda a los solicitantes que aporten también el programa de las asignaturas, el número de créditos cursados y la carga horaria de cada uno de ellos para agilizar el proceso. Aun así, puede que no sea suficiente. A una amiga de Ina le dijeron que le faltaban 70 horas de clase para que su licenciatura fuera válida en España.
Con la aplicación del plan Bolonia, cuyo objetivo es unificar diplomas, cosas como ésta ya no van a suceder. El proceso de homologación de títulos expedidos en los 46 países del Espacio Europeo de Educación Superior "no será inmediata, pero se tramitará mucho más rápido que ahora", explican desde el Ministerio de Educación.
Mientras tanto, y para facilitar el ejercicio profesional a algunos titulados, la Unión Europea diseñó una directiva para que los estados miembro reconozcan y acrediten ciertas titulaciones de manera directa. Eso sí, sólo a efectos laborales. El sistema se basa en el principio de la confianza mutua, de manera que si una persona está cualificada para el ejercicio de una profesión en su Estado de origen debe ser reconocido para llevar a cabo el mismo empleo en el Estado de acogida. La tramitación se puede zanjar en tres meses, pero sólo sirve, advierte López Blanco, para carreras "ligadas claramente a una profesión, como Medicina, Magisterio, Arquitectura o Fisioterapia".
Eso no le vale a Monica Dumitrescu, licenciada en filología portuguesa e india. Por eso ha iniciado los trámites de homologación de su título, que empezaron con muy mal pie. "Cuando pregunté a la Alta Inspección Educativa qué papeles tenía que entregar, olvidaron que Rumania está en la Unión Europea desde 2007", cuenta con ironía esta joven de 25 años. Ahora ya tiene toda la documentación necesaria para validar su licenciatura en España.
Monica descubrió que su diploma no valía para nada el día en que se inscribió en el Inem. En la Universidad de Santiago no le pusieron ninguna pega cuando lo presentó para matricularse en un máster de Cooperación Internacional que le costó 3.000 euros. "Me dieron una equivalencia y nadie me habló de homologación", explica. "Ahora tengo el máster, pero no la licenciatura". Blanco confirma lo inaudito: "El rector reconoce el título universitario sólo a efectos de realizar un máster".
Monica cursó el último año de carrera en Santiago, se fue a Rumania para terminar sus exámenes, pero decidió volver a Galicia para continuar su trabajo en un proyecto de terminología gallega en el Centro Ramón Piñeiro para a Investigación en Humanidades. Los inmigrantes comunitarios, como ella, son minoria en la lista gallega de peticiones de homologación. En 2008 tuvieron por delante a los titulados en América Latina, sobre todo de Venezuela (134), Brasil (51), Argentina (50) Colombia (36), Ecuador (31) y Perú (30).
Sebastián Fernández, chileno de 24 años que lleva dos en Galicia, no engrosará estas listas el año que viene. Si aprueba la materia de gallego, conseguirá su título español de licenciado en Magisterio. Empezó la carrera en Chile, pero la terminará en A Coruña. Su contacto con la burocracia educativa es un mal menor: la convalidación de asignaturas depende del decanato y no tiene que pasar por Madrid. Es un trámite rápido, pero también tiene inconvenientes. "Me equipararon tres asignaturas de 200 horas por una sola y perdí un semestre", cuenta. "Ser de fuera siempre sale caro".
El camino de la validación
El primer paso para conseguir la homologación de un título universitario es presentar en la Alta Inspección de Educación una traducción jurada del diploma y del certificado de estudios. Los inmigrantes procedentes de países que no son miembros de la Unión Europea deben, además, legalizar esa documentación. Y tienen dos maneras de hacerlo. Con la apostilla de La Haya, una anotación que certifica la autenticidad de los documentos públicos expedidos en los 78 países firmantes del XII Convenio de la Conferencia de La Haya de Derecho Internacional Privado, o bien con los sellos del Ministerio de Educación, del Ministerio de Asuntos Exteriores y de la embajada española en el país de origen. Los precios varían según el Estado. Y después de los sellos vienen las tasas. Homologar una licenciatura en España cuesta 90,09 euros. Una diplomatura, 45,05.
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