Adiós al rejoneo clásico
Andy Cartagena cortó dos orejas en el quinto, se llevó en sus alforjas el pollo que un espectador regala a cada rejoneador que da una vuelta al ruedo y salió a hombros por la puerta grande. Pues, muy bien, pero su toreo a caballo no mereció tal honor. Careció de calidad y abusó de la espectacularidad de las banderillas al violín y las ceñidas piruetas.
Lo cierto es que el rejoneo clásico hace tiempo que se perdió. Este tipo de festejos sigue siendo, nadie lo duda, un espectáculo en alza. No ha perdido interés para los espectadores en la misma medida que éstos son cada vez más indocumentados y sólo valoran lo superficial. El resto, la calidad del toreo a caballo, les trae al fresco.
TERRÓN / DOMECQ, CARTAGENA, GALÁN
Toros despuntados para rejoneo de Luis Terrón, bien presentados, mansurrones y manejables.
Antonio Domecq: rejón trasero, pinchazo, rejón y seis descabellos (silencio); dos pinchazos y rejón bajo (silencio).
Andy Cartagena: bajonazo (ovación); pinchazo y rejón en lo alto (dos orejas).
Sergio Galán: rejón trasero y rejón en lo alto (silencio); rejón trasero y caído (oreja).
Plaza de Las Ventas. Sábado 6 de junio. Quinta corrida de la feria del aniversario. Lleno.
Es curioso cómo ninguno de los rejoneadores de ayer puso un rejón de castigo o una banderilla al estribo, que es hacerlo en el encuentro del toro y caballo, a los pechos mismos de éste. Todos clavaron a la grupa, a toro pasado, cuando cada animal va por caminos opuestos. Y ésta es una de las claves del toreo a caballo. Si se pierde la esencia, aparece la decadencia. Pero ya se sabe que si no hay exigencia por parte de los clientes, el producto se devalúa; y los clientes del rejoneo lo único que quieren son orejas y pollos para que se los coman los caballeros y sus cuadrillas.
Así, se entiende que solicitaran las dos orejas para Cartagena, a quien no se le puede negar su ilusión y su esfuerzo. Llegó al público con facilidad, pero en su primer toro no clavó una sola vez como mandan los cánones; y en el quinto, piruetas, violines y un buen par al quiebro desataron la pasión en los tendidos. Pero el premio, incluido el pollo, fue excesivo.
No lo tuvo fácil Sergio Galán con su primero, parado y dificultoso; superó las dificultades con tesón y muchas carreras, pero como buen caballero de la modernidad, también clavó a la grupa para dolor de los buenos rejoneadores. Mejoró su actuación en el sexto y cortó una oreja de poco valor.
Abrió plaza Antonio Domecq, que fue hace tiempo un buen rejoneador, y que ayer sólo brilló en un par de banderillas a dos manos. Todo lo demás, anodino, soso y desangelado. Parece que se ha olvidado de sus orígenes -su abuelo fue don Alvaro Domecq- y su toreo dice muy poco.
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