Sin noticias de Dios
El melodrama es ese género condenado a cargar con la idea del subrayado desde su mismo origen etimológico: el término nació para identificar las piezas teatrales surgidas en la segunda mitad del siglo XVIII que se servían de insertos musicales para intensificar el espesor emocional de sus tramas y, de paso, dirigir los afectos y desafectos del público hacia determinados personajes.
Los mecanismos del melodrama encontraron en el cine un aliado natural para desarrollar su tendencia a la hipérbole. La lógica del proceso llevaría a la inevitable entronización del melodrama cinematográfico como una de las piedras angulares de esa sensibilidad camp que la escritora Susan Sontag diseccionó con implacable lucidez.
SECRET SUNSHINE
Dirección: Lee Chang-dong.
Intérpretes: Jeon Do-yeon, Song Kang-ho, Jo Yeong-jin, Kim Mi-kyung, Kim Yeong-jae.
Género: drama. Corea del Sur, 2007.
Duración: 142 minutos.
Pero en la historia del género existe una corriente subterránea que es, de hecho, una contracorriente: las intermitentes transgresiones (o reformulaciones) del melodrama emprendidas bajo la exigencia de la contención y la verosimilitud emocional.
Los japoneses Yazujiro Ozu y Mikio Naruse son dos figuras clave en esa tradición, a la que se incorpora Secret sunshine, premio a la mejor interpretación femenina en 2008 en Cannes y primer trabajo del coreano Lee Chang-dong tras abandonar el Ministerio de Cultura del Gobierno del malogrado, hace unos días, Roo Mooh-hyun.
Secret sunshine (que bien podría ser la contrafigura de El intercambio, de Clint Eastwood) tiene la respiración de una (gran) novela, que cocina a fuego lento la crónica de una tragedia personal para acabar diseccionando la problemática naturaleza del concepto religioso del perdón.
Ni el cineasta Chang-dong ni su portentosa actriz Jeon Do-yeon juegan al exhibicionismo, pero todo lo que se ve en la pantalla es revelador y elocuente y todo lo que le ocurre por dentro a la castigada heroína puede leerse como un libro abierto, escrito en el idioma universal de esas emociones que nos definen como humanos... dejados de la mano de Dios.
Babelia
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