Colonos judíos atacan a palestinos por el derribo de un asentamiento
Los vándalos hieren a seis personas y queman cultivos
Los colonos judíos de Cisjordania lo bautizaron como el price tag: el precio que se pagará por el desmantelamiento de cualquier asentamiento, por insignificante que sea. Un coste que en todo caso pagan los vecinos de los pueblos palestinos y que no deja de ser un aviso para el navegante Barack Obama, que ha exigido al Gobierno israelí que frene en seco la construcción en todo el territorio ocupado. Sucedió ayer. Tres caravanas que formaban una minúscula colonia judía cerca de la ciudad palestina de Nablús y del asentamiento de Elon Moreh, uno de los primeros fundados en Cisjordania, fueron retiradas y la reacción de los colonos de varios asentamientos de la zona fue fulgurante: apedrearon vehículos con matrícula palestina, cortaron carreteras y quemaron campos de cultivo palestinos, que los bomberos israelíes rechazaron apagar, según oficiales del propio ejército.
Netanyahu desafía a Obama e insiste en que no actuará contra las colonias
Seis personas resultaron heridas, una de ellas con fractura de cráneo, pero no hubo detenciones. Por la tarde, siguieron los altercados y grupos de jóvenes fanáticos quemaron neumáticos en la carretera número 1, que enlaza Jerusalén y Tel Aviv. La autopista se colapsó y la policía detuvo a cuatro personas y dispersó a la turba.
Es la máxima concesión a la que se declara dispuesto el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu: eliminar las docenas de los denominados outposts, los asentamientos que son ilegales incluso para el Gobierno israelí -toda colonia lo es a ojos de la comunidad internacional- y que comenzaron a levantarse en 2002. Las promesas para acabar con ellos han sido tan frecuentes como los esfuerzos de los colonos que los habitan por diseminarlos a lo largo de Cisjordania y reconstruirlos en el caso de que el Ejército israelí emplee la piqueta. Hace dos semanas se desmanteló otro outpost cerca de Ramala. Ya ha sido reconstruido.
El gesto del Gobierno israelí de eliminar la colonia en absoluto puede satisfacer al presidente de EE UU, decidido a sacudir el avispero y que tendrá que ejercer enorme presión política sobre su aliado en Oriente Próximo si pretende frenar una colonización a la que todos los partidos israelíes -excepciones al margen- han dado alas durante 42 años. El Ejecutivo de Netanyahu insistió ayer, desafiante, que continuarán edificando en las colonias en territorio ocupado, donde vive casi medio millón de personas.
Si una evacuación tan poco relevante como la de ayer ha provocado semejantes disturbios, cabe pensar que el desmantelamiento de grandes colonias sería una empresa descomunal. Entre otros motivos porque el jefe del Estado Mayor, Gabi Ashkenazi, pidió el pasado miércoles al Gobierno que las evacuaciones las ejecute la policía, y no las unidades del ejército, en las que la influencia de los colonos crece a pasos agigantados.
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