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Columna
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Instrucciones para subir una escalera

Joaquín Estefanía

Ahora que a los 25 años de su muerte ha aparecido un nuevo libro de Julio Cortázar (Papeles inesperados, editorial Alfaguara) es bueno recordar uno de los cuentos más famosos del genial escritor argentino -el que se titula como este artículo- para hacer una analogía entre el mismo y la situación económica de América Latina. En el relato en cuestión, Cortázar describe las mayores dificultades para subir los primeros peldaños de una escalera que los restantes. Con muchas dificultades, la región había conseguido estar a medio camino de la escalera del desarrollo y la crisis amenaza con arrastrarla hacia abajo no sólo en términos sociales sino también en su macroeconomía.

Abandonadas las ensoñaciones de desacoplamiento de la zona de las dificultades estadounidenses (ésta es una de las pocas ocasiones en donde los problemas bancarios norteamericanos no han contagiado a las entidades financieras de la zona), la discusión se traslada a los mismos términos que en otras partes del mundo: cuándo se tocará fondo, qué profundidad tendrá el agujero, si los brotes verdes que de vez en cuando se observan (por ejemplo, en las Bolsas de valores) son definitivos, etcétera. Hace apenas un mes el Banco Interamericano de Desarrollo y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) pronosticaban, cada uno por su cuenta, un decrecimiento medio en la zona del -0,3% de su PIB (que ocultaba situaciones nacionales mucho más graves) y hoy ya se habla de un decrecimiento del -1,5%. El dato más preocupante lo acaba de proporcionar México, en clave japonesa: el primer trimestre del año su producción se redujo un 8,2% en relación con el mismo trimestre del año anterior, y todavía no había incorporado los efectos negativos de la gripe A. Conviene recordar que México, más que el conjunto latinoamericano, es la zona de la región que más preocupa a los Estados Unidos de Obama por razones fronterizas obvias.

La reducción de la pobreza en América Latina es tan lenta que da lugar a un 'déficit de paciencia'

Durante seis años seguidos, hasta 2008, la región creció a tasas medias por encima del 5%, en una conjunción astral difícilmente repetible: fuerte inversión extranjera, abundantes remesas de divisas provenientes de su inmigración, créditos favorables y altos precios de las materias primas. En uno de sus últimos informes, la CEPAL torna en lanzas estas cañas: los efectos negativos de la crisis se aprecian en la desaceleración del comercio internacional y la caída de los precios de los bienes primarios, con lo que en los términos de intercambio para la región en su conjunto caerán un 15%; también se verá una fuerte disminución de las exportaciones, una reducción de las remesas, menores ingresos por turismo y una disminución de los flujos de la inversión extranjera directa. La disminución de la financiación internacional y el aumento de primas de riesgo de la deuda soberana latinoamericana también impactarán a la región.

Todos estos problemas son más o menos comunes al conjunto del planeta. Hay dos diferencias sustanciales de América Latina con el resto: la situación de lo que se podría llamar su ciudadanía social y el momento político que vive. Aunque en los últimos años, con motivo de la bonanza económica disminuyeron sus niveles de pobreza y desigualdad, esa reducción es tan lenta que da lugar a un déficit de paciencia entre sus ciudadanos. Además, los indicadores del tamaño de la economía sumergida en la zona (en cuyo interior no se tiene derecho a ningún tipo de protección social) son brutales: desde un 61,8% del total en Bolivia al 28,5% de Chile, el país que tiene la menor economía informal, pasando por más del 40% en los tres gigantes de la zona (Brasil, México y Argentina).

En este contexto, entre este año y el 2011 se celebrará en la zona un nuevo ciclo electoral (lo ha iniciado Panamá, con la victoria de un candidato de la derecha empresarial), con más de 17 comicios, 13 de ellos presidenciales. De nuevo América Latina deviene en un laboratorio para diseccionar las relaciones entre el ciclo económico y el político. En un libro editado por Felipe González, (Retos ante la crisis, Fundación Carolina y editorial Siglo XX), el secretario general iberoamericano, Enrique Iglesias, advierte sobre las trampas que deberá superar la región para volver al desarrollo. Entre ellas está la de que "cada cambio de gobierno deba conducir a un nuevo comienzo". El adanismo como sistema para bajar los escalones de dos en dos.

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