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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

En la plenitud de un guitarrista

Nunca habíamos escuchado a Vicente Amigo tan compenetrado con su guitarra, el instrumento que en sus manos suena a gloria. Y digo esto consciente de haberle escuchado mucho, desde los tiempos en que él formaba parte del grupo de Manolo Sanlúcar. Hoy podemos afirmar, sin ninguna duda, que Vicente Amigo ha llegado a su etapa de plenitud, esa condición en que al artista ya le es difícil mejorar lo que hace.

Tocó piezas de su último disco, el titulado Paseo de Gracia, y de otros anteriores, en una síntesis bastante acertada de toda su carrera, acompañado por un grupo bastante numeroso. Sin embargo -y lo digo siempre porque es así- lo que colmó mis apetencias fueron los dos temas que interpretó en solitario. La guitarra desnuda suena con una entidad y una profundidad inigualable en manos de un buen guitarrista, y nadie dudará a estas alturas de que Vicente Amigo lo es. De estos dos temas el segundo, titulado La Brigidilla, que dedicó a su madre, es realmente inconmensurable, lleno de un sentimiento, de un dejarse decir en verdad memorable.

SUMA FLAMENCA. VICENTE AMIGO

Segunda guitarra: José Manuel Hierro. Percusiones: Patricio Cámara, Paquito González. Cante: Miguel Ortega. Rafael de Utrera. Bajo: Juan Manuel Ruiz. Violín: Alexis M. Lefêvre. Teatros del Canal. Madrid, 18 de mayo.

El resto del concierto, con el grupo, tuvo ritmo, marcha, brillantez. Vicente Amigo se mostró aquí como un guitarrista de una eficacia apabullante. Fue tejiendo la red de su toque, secundado por sus acompañantes, de manera magistral. Bulerías, tangos, etcétera fueron alternando con temas que no se atenían rigurosamente a ningún estilo flamenco, pero que formaron un todo homogéneo y coherente. Mucho cante también, porque en este grupo el cante es fundamental.

Hora y media, en fin, de un concierto ejemplar del guitarrista cordobés, que supo unir a la perfección de su toque una intensidad y una jondura que raramente nos es dable escuchar. Lo mismo debió pensar el público que llenaba la sala, que puesto en pie le aplaudió largamente.

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