Necesidad de justicia
Una ley, por avanzada socialmente que sea, nunca proporciona giros radicales en la sociedad. Las variaciones en el rumbo apenas son perceptibles pero no por ello dejan de ser importantes. El político, y más el político con responsabilidades de gobierno, es el responsable de estos cambios. Es lógico que, cuando los cambios no ocurren como espera la sociedad o no van bien, se les señale como las personas responsables de esta situación. No obstante, no hay que esperar que, por su decisión o por su muestra de voluntad, las instituciones y el Gobierno puedan dar estos giros. El cambio, los giros, pertenecen a la propia sociedad; somos nosotros quienes podemos realizarlos aunque los políticos ayuden en esta dirección social. No cabe duda de que una de las cosas que no van bien en esta sociedad es la política de género. No es que vaya mal porque no existan leyes y políticas sociales que apuesten por la igualdad. Es, sencillamente, porque tras años de cultura machista la eficacia de las leyes, su permeabilidad y penetración social han sido insuficientes. La pasada semana, en el artículo Los rostros femeninos de la crisis, que firmaba Enma Riverola en este diario, se ponía de relieve esta situación. Es reflejo de una realidad su afirmación de que, cuando la mujer pasaba al paro, era frecuente escuchar aquello de: "Tranquila, no te preocupes así pasarás más tiempo con los niños". Como también lo es la de que la mujer es sorprendida por la crisis en condiciones de inferioridad, y que sus dificultades para conciliar la vida familiar y laboral son mayores que las del hombre. La desigualdad, pues, entre hombres y mujeres es indiscutible.
Es verdad que los políticos pueden implementar leyes y acuerdos que traten de mitigar esta flagrante injusticia cultural e histórica. En esta línea de superación, el presidente andaluz, en la III Conferencia de Economía y Presupuestos en Clave de Género, organizada por la Consejería de Economía, ha avanzado que es uno de los objetivos del nuevo pacto Social.
José Antonio Griñán pretende que, en la negociación de este VII Acuerdo de Concertación, el acceso equitativo de hombres y mujeres impregne el contenido de este pacto de concertación social. La importancia del mismo queda patente por cuanto plantea la perspectiva de género como su eje estructural. Se sigue avanzando en ese horizonte de búsqueda de una sociedad basada en las relaciones igualitarias entre las personas. Sin embargo, no hay que olvidar que para que este discurso haya llegado han sido necesarios muchos años y muchos sacrificios de la mujer y a pesar de ellos se sigue necesitando de estos objetivos. La imagen de la mujer todavía continúa anudada fuertemente a su condición de madre y esposa, a los inconvenientes laborales de serlo y a los inconvenientes de todo tipo de no serlo.
De ahí que las leyes, que son necesarias a este objetivo de cambio y que avanzan buscando esta realidad social sean imprescindibles. Tan necesarias como entiende el presidente andaluz y pretenda que el acceso en condiciones de igualdad penetre y sea el eje estructural del nuevo acuerdo de concertación. Es una posición realista y práctica para seguir sensibilizando a la sociedad de esta necesidad de justicia. No basta con discursos y posiciones ideológicas que luego no se reflejen en la realidad. Es patético observar el discurso ideológico de Izquierda Unida en esta misma línea al tiempo que sus diputados y políticos en general, desde el principio de los tiempos democráticos en Andalucía, siguen siendo políticos y no políticas. Tras la bienvenida del desbloqueo para el acuerdo de concertación por parte de la CEA, es necesaria una mayor apuesta de franqueza por parte de los demás agentes sociales y económicos.
También que la sociedad actúe de forma que deje esos consejos de "ahora tendrás más tiempo para los niños" y acepte como natural que la preparación de la mujer en el mercado de trabajo es tan válida como la del hombre. Sin realidad ni ejemplos políticos y sin estos cambios tendremos unas leyes y unos acuerdos ideológicamente intachables, pero nada más.
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